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Como españoles, como falangistas, tenemos muy claro que lo que creemos es en el Estado cuya forma sea la republica nacional sindicalista. Pero ya que ahora, por imperativo “constitucional”, padecemos como máxima jerarquía del Estado una monarquía, lo que exigimos a la misma es que ejerza su reinado con toda la dignidad y el amor a la Patria que se exige en una nación que se valora a sí misma. Que sean monarcas que se distingan por su espíritu de servicio, por su defensa del bien común y de la Unidad sagrada de la Patria, es decir, lo que defiende el nacional sindicalismo, la Patria, el Pan y la Justicia.

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Cuando uno echa un vistazo más o menos detallado a la Historia de España, se da cuenta de que la dinastía borbónica, con alguna excepción, no ha dado precisamente gloria a la monarquía española. Dicen que las comparaciones son odiosas, pero si pusiéramos en una hipotética balanza de los tiempos, por ejemplo, a Carlos V con Fernando VII, o a Felipe II con Carlos IV, por poner ejemplos significativos, saldrían victoriosos los Austrias por goleada y sin despeinarse. Siendo realistas, podríamos decir que desde los Reyes Católicos en adelante, lo que ha hecho la institución monárquica en España no es otra cosa que despeñarse.

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 Me refiero a España, pero me hubiese resultado insultante titular este comentario como “España, Fosa séptica”. Tengo demasiado respeto a mi Patria, a su gloriosa historia, a tanto honor y valor, a tanta sangre derramada por ser un Imperio. 

 

 Me identifico totalmente y siento en lo más profundo el significado de “amamos a España porque no nos gusta”, pronunciado por un enorme español, uno de los mejores, el fundador de La Falange.    Y no nos gusta, no me gusta; porque ahora más que una gran Nación parece eso, un “país”, un país cuyo mejor símil es un gran pozo negro donde todos chapoteamos en la basura, una basura que tiene un rimbombante nombre: democracia. 

 

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Por mucho que se empeñen los manipuladores de siempre en hacer con la Historia de España lo que hacen con sus conciencias, Franco nos dejó un país en paz, económicamente fuerte y estable, con una amplísima clase media que tenía contratos de trabajo fijos, y con una seguridad ciudadana que no hemos vuelto a tener en democracia. Esa es la España en la que empezó a reinar el hombre que ahora ha decidido abdicar, Juan Carlos I de Borbón.

 

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En la tarde del lunes en la misma puerta del Sol, se produjo una bilocación. Miles de personas trataron de revivir un 14 de abril teletransportándolo a un 2 de junio. Este fenómeno paranormal se da en muy raras ocasiones (he leído que jamás se ha dado con multitudes); pero por los gritos y aptitudes, algunas de moviola de celuloide rancio, estas personas estaban viviendo sensaciones con banderas venidas del "más allá", y seguro que no pocos estaban subidos a los troles fantasmas de tranvías imaginarios, y todos fundidos en blanco y negro.