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Me sorprende que siga habiendo personas que no entienden la lucha contra el aborto en pleno siglo XXI. Personas que hablan del "derecho a decidir de las mujeres", del derecho a hacer con su cuerpo y con su vida lo que quieran, en definitiva, que se olvidan completamente de que el ser concebido, aún en el seno materno, es sujeto de derechos y, sobre todo, goza de una dignidad simplemente por el hecho de existir, de ser obra de Dios.

 

En realidad, no debería sorprenderme que estas personas no entiendan la gravedad del asunto. Tampoco al abolirse la esclavitud todos los hombres libres lo entendieron; al revés, a muchos les beneficiaba que hubiera esclavos. Siempre ha existido la tentación, por parte de los poderosos, de establecer categorías de calidad humana en virtud de las cuales unas vidas humanas son respetables y otras prescindibles.

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Tengo que reconocer que veo muy poco la televisión y que cuando lo hago suelo instalarme en esa cosa que mi mujer llama mi 'nothing box' y que viene a ser algo así como mirar al televisor sin ver nada, pasar canales con el mando de forma mecánica y no poder dar respuesta a ninguno de sus interrogantes sobre lo que estoy 'viendo'. "-¿Qué ves? -Nada. -Y ésta, ¿quién es? - No sé". Sin canales temáticos, sin televisión por cable, con los indeseables cuadraditos digitales, ver la tele es un verdadero coñazo. Pero, de vez en cuando, algo llama mi atención y me hace reflexionar profundamente. La última vez que he salido de mi 'nothing box' ha sido gracias a los reporteros de 'En tierra hostil'.

 

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Debate del estado de la nacion

 

Siempre que se celebra en el Congreso de los Diputados un debate sobre el Estado de la Nación, cabe hacerse una pregunta: ¿De qué nación estamos hablando?, o para ser más exactos, cuál es ahora mismo el estado real de la nación española. Y aún a riesgo de que algún despistado, u optimista recalcitrante, piense que pecamos de pesimismo, el primer adjetivo que se nos ocurre para definir ese estado es el de comatoso.

 

 

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 Ha tardado Mariano más de la cuenta en sacar el dedo todopoderoso, ejecutor del artículo 33 (el que certifica la democracia interna de los partidos), para terminar eligiendo lo que él entiende dos valores seguros para Madrid. Esperanza Aguirre al Ayuntamiento de la capital, y Cristina Cifuentes para el Gobierno regional, una vez bien chamuscado Ignacio González, no sabemos si por fuego amigo, fuego enemigo, o por el fuego de la guerra de Gila. Lo cierto es que se ha quemado y la política no acostumbra a presentar tizones.

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En las últimas semanas no se habla de otra cosa que del auge de Ciudadanos, el partido de Albert Rivera. Lo conocimos en aquella impactante campaña electoral, la de su debut en el panorama político español, desnudo y con eslóganes llamativos. Si quieren que les sea sincero, lo primero que pensé es que se trataba de otro cantamañanas que nos tomaba a todos por imbéciles.