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                  Visita de Franco y Carmen Polo a las obras del Valle de los Caídos, en 1940/Fuente:EFE.

Hace unos días, el juzgado de San Lorenzo de El Escorial –en una decisión cuando menos irresponsable- autorizó la apertura de los osarios de la Basílica del Valle de los Caídos, contraviniendo los acuerdos adoptados por Patrimonio Nacional y frente a la evidencia de que las personas cuyos restos se reclaman no figuran en ninguno de los listados de traslado a estos enterramientos, ni tan siquiera en el mapa de fosas elaborado por el Ministerio de Justicia.

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La democracia progre-liberal se alimenta de palabritas que se ponen de moda, aunque no signifiquen nada o, por mejor decir, aunque lo que significan se pueda definir mejor de otra manera. Por ejemplo, el famoso "sorpasso", que anuncia la última entrega del CIS de cara a las elecciones de junio, es en realidad el advenimiento del comunismo al poder a costa de la socialdemocracia.

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Últimamente –aplíquese el adverbio a unas cuantas décadas- hay que escrutar con minuciosidad en busca de motivos para sentir algún orgullo de ser español.

Los combatientes contra el DAESH son uno de esos pocos motivos.

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Desde mediados del pasado siglo XX se ha producido en toda la Europa Occidental la masiva afluencia de emigrantes provenientes de antiguas colonias, así como de otros países de niveles de renta muy bajos. En una economía en expansión el sistema capitalista encontró una mano de obra barata y de pocas exigencias sociales. La emigración se produjo de una forma masiva y sin los controles adecuados.

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Como San Francisco cuando explicaba al hermano León en que consistía la alegría perfecta, y le indicaba que todos los méritos que se suponía podían hacer los hermanos menores, era cosa de Dios, sin embargo, el soportar injurias y palos de forma paciente era el verdadero mérito, pues eso salía directamente de los monjes y no de Dios.