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A Salvador -nombre poco apropiado para el ministro de sanidad- señor Illa, si tenemos en cuenta la nefasta gestión que está realizando al frente del citado Ministerio, mejor tendría que llamarse “Juan Simón el Enterrador” como el protagonista de la copla de los años 30 del siglo pasado; Con el máximo afecto a todos los que sufren tan criminal pandemia.

DE LOS PROTOCOLOS DE SIÓN- (Basilea 1897): ” Todo el que quiera gobernar tiene que recurrir al engaño y a la hipocresía. Nuestra divisa debe ser fuerza e hipocresía, sólo la fuerza es la que da la victoria en política, sobre todo cuando se oculta con talento. La violencia debe ser un principio, el engaño y la hipocresía una regla”.

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Hace poco más de 40 años fabricábamos de todo: barcos, aviones, trenes, camiones, coches, electrodomésticos…teníamos una Industria pesada estupenda, unas magníficas industrias textiles de cuero y calzado, etc… Y ahora no sabemos fabricar mascarillas o trajes sanitarios y tenemos que importar del extranjero, y parece que además tenemos que devolver lo adquirido por defectuoso debido a que los compramos en mercados-gangas, según nos cuenta la “ministro” androide de asuntos exteriores. Si son gangas en lugar de ser “más-carillas” serán “más-baratillas”.

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Se han escuchado las tonterías de la sesión parlamentaria. ¡¡Cuánta hipocresía y cuánta mentira!! No queremos analizar la sesión pero sí queremos aclarar algunas cosas: El despido estando enfermo es consecuencia de la derogación del Fuero del Trabajo y de la implantación del Estatuto de los Trabajadores de 1980.

Cuando las Leyes emanaban del citado Fuero no eran libres los despidos ni estando enfermo ni estando sano. Sólo era posible despedir a un trabajador cuando había por medio un delito grave enjuiciado y condenado. La empresa tenía como garantía de estabilidad la prohibición de las huelgas y el trabajador tenía también como garantía de estabilidad la prohibición del despido.

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En la primera mitad del pasado siglo se "perdieron" millones de vidas a causa de las guerras. Si alguien lograse realmente demostrar que esos millones de muertos fueron sacrificados en vano, atendiendo a causas estúpidas o de importancia reducida, si alguien lograse verdaderamente culpar a un solo hombre, a su locura o ambición, de arrastrar a todo un pueblo hacia la destrucción por una vaga ilusión idílica y sin sentido, entonces, en ese mismo momento en que se demostrase, dejaría de escribir este periódico, dejaría de vivir por lo que vivo. Como si esta demostración ya se hubiese dado, surgió en Europa un germen que contaminó silenciosamente a todos sus hombres y a todos sus pueblos; surgió el pacifismo, y su espectáculo, cuando se observe desde lejos, tras el transcurso de las décadas e incluso los siglos, será visto como la mayor ofensa y como el mayor desprecio hecho jamás a tantos caídos en nombre del más noble ideal; fortalecer a sus patrias y liberar a sus pueblos. 

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Desde que en 2007 se publicó el ensayo de Nassim Nicholas Taleb titulado "El Cisne Negro. El impacto de lo altamente improbable" en muchas tertulias de expertos todólogos internacionales, marisabidillas redichas, pedantuelos complacientes y enteradillos de alquiler, el término "cisne negro" suele salir con cierta frecuencia para referirse a sucesos de gran trascendencia que han tenido un origen inesperado e inevitable.


Ejemplos de cisnes negros serían, por ejemplo, el éxito de You Tube, los cambios en nuestra forma de comunicarnos por el auge de la telefonía móvil, la influencia de las redes sociales y cosas así.