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Una sociedad que desprecia las cosas más importantes, como la defensa de la vida humana, y centra sus prioridades y anhelos en lo más banal, como la tecnología o el ocio, no solamente no tiene ningún futuro, sino que el presente la puede hacer desaparecer sin contemplaciones. Occidente, gracias a una clase política realmente despreciable en términos generales, y a una ciudadanía que es víctima pero también cómplice de sus representantes, sólo merece la pena desde el punto de vista de la esperanza que aún tenemos de que pueda redimirse y cambiar su rumbo 180º.  

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La mentira, desgraciadamente, gobierna el mundo casi desde el mismo momento en que el hombre puso sus pies sobre él. Esconder la realidad, disimular un acto propio o ajeno, disfrazar las cosas para poder confundir son actitudes que, como digo, están tan unidas a la naturaleza humana como aquellas otras que nos ennoblecen y hacen que parezcamos un poco hijos de Dios. El gran problema de la mentira es que haya quien se la crea. Y cuando no es uno, sino que son miles, o incluso a veces millones, los crédulos, las consecuencias casi siempre son terribles. 

 

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Les confieso, aunque los que me conocen ya lo saben, que no me gusta hablar de mí mismo, ni de nada en lo que pueda aparecer como protagonista. Creo que los comunicadores no debemos serlo, salvo en aquellos casos en los que de verdad somos noticia de interés general, y eso sucede en muy rara ocasión. Pero hoy les voy a hablar, no de mí, que no soy nadie, sino de este programa. De Sencillamente Radio, que es lo mismo que decir SU programa, el de todos ustedes, los oyentes.

 

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En más de una ocasión les he comentado que la sucesión de desgracias que le vienen ocurriendo a Europa no son casualidad, ni tampoco el resultado de la conjunción de varios planetas. Desde el preciso momento en que el Viejo Continente dio la espalda al cristianismo para echarse en brazos del relativismo moral (que es hijo del liberalismo), empezó a perder su identidad, y de paso, su capacidad para afrontar las amenazas de otras latitudes con alguna posibilidad de superarlas. Hoy, la Europa que nos vende la casta, la mediática UE, es una organización masónica, corrupta y decadente, políticamente irrelevante y económicamente caótica.

 

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Nos ha llamado poderosamente la atención la prisa que ha evidenciado el líder de Podemos, Pablo Iglesias, para llegar al poder cuanto antes en España. Decía el joven profesor universitario que su recién creado partido tiene que llegar a La Moncloa antes de que el PSOE se recupere. Es decir, antes de que vuelva a existir en España una opción política de izquierdas que no represente lo que representa Podemos, que no parece precisamente un partido que mire al futuro, sino que maneja fórmulas, palabras y retóricas del pasado.