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Mi primera reacción ante la presentación de la candidatura falangista a las elecciones autonómicas de Madrid fue de escepticismo. Los que ya llevamos unos años soportando la periódica tramoya electorera de la partitocracia del 78 sabemos, por amarga experiencia, que todo el tinglado está montado de tal forma que es prácticamente imposible que una opción disidente tenga la más mínima posibilidad de éxito.

 

Los espacios electorales de las candidaturas opuestas al monipodio oficial son cuidadosamente relegados a horarios de mínima audiencia. La Cosa Nostra periodística, con su cerco de silencio -cuando no de calumnias y mentiras- a las opciones patriotas, hace que cualquier candidatura disidente que concurra a la tómbola electoral no tenga la más mínima posibilidad frente a las generosamente financiadas cuadrillas de trileros de los partidos oficialistas. 

 

El blindaje del Sistema y de su casta parásita es directamente proporcional al creciente rechazo del tinglado partitocrático. La gente percibe a las instituciones del régimen del 78 como algo potencialmente pernicioso y cada vez más ajeno a su realidad cotidiana.  

 

Ante este panorama, es normal pensar que el gigantesco esfuerzo que supone concurrir a una convocatoria electoral es baldío y descorazonador. Que la única salida de las formaciones patriotas en el tramposo terreno electoral es hacer una gran campaña a favor de la abstención. 

 

Hay, sin embargo, tres grandes razones para apoyar la candidatura de unidad falangista que concurre a las elecciones madrileñas bajo las siglas históricas del Nacionalsindicalismo, FE de las JONS. 

 

La primera es que cada vez es más evidente lo artificioso de las etiquetas que pretenden resumir el acontecer político como una pugna entre derechas e izquierdas. Y es que la batalla política en este orwelliano y pandémico escenario del siglo XXI ya no se plantea entre las sobadas y manidas propuestas del capitalismo y el marxismo. 

 

Algunos llevamos muchas décadas denunciando que esa hemipléjica visión no es más que un espectáculo de lucha libre mejicana para entretenimiento de unos forofos fanatizados. Unos forofos que votan, no por convencimiento en las bondades del bando propio, sino por odio al bando contrario, odio cuidadosamente azuzado desde las tertulias de telebasura habituales. 

 

La pretendida lucha entre derechas e izquierdas es el falso combate de dos títeres manejados por el mismo marionetista. Un marionetista que, mientras con una mano nos distrae con la impostada bronca de sus peleles, con la otra nos roba la cartera para pagar los grilletes con los que nos encadenará.

 

En el fondo, la fauna apoltronada en los partidos de derechas o de izquierdas no tiene la menor intención de cambiar unas reglas de juego que le permiten vivir holgadamente sin dar ni palo a costa de nuestros impuestos.

 

La verdadera batalla política de nuestro tiempo, -esa que se escamotea al electorado tras la tramoya artificiosa e hipócrita de los partidos políticos- es la que se plantea entre los poderes financieros multinacionales con su proyecto globalista de sometimiento mundial y los que defendemos la soberanía de las naciones como último bastión para salvaguardar la identidad cultural, histórica, racial y espiritual de los pueblos de Europa, nuestra libertad y nuestros derechos. 

 

El enemigo ya no es un "comunismo" inexistente sino la perversión de nuestros valores y la alienación de nuestra identidad histórica, ética y hasta sexual por parte de las siniestras y multiculturales "agendas 2030" y demás experimentos de ingeniería social. El enemigo es el creador de ideologías artificiales en laboratorios, logias y consejos de administración a la mayor gloria del Globalismo. 

 

De todas las candidaturas que concurren a estas elecciones, la falangista es la única que plantea sin medias tintas el combate frontal contra la dictadura globalista. 

 

La segunda razón para votar la lista falangista es reconocer el esfuerzo de entendimiento y unidad que han hecho tanto La Falange como FE-JONS. Ahora, además, sin la caspa derechista y clerical que lastró anteriores coaliciones electorales. 

 

Y la tercera razón para votar la candidatura azul mahón es el berrinche que ha supuesto para esa gente que considera a los falangistas una suerte de mano de obra barata o de banda de la porra al servicio de la derecha burguesa. 

 

El epítome  vomitivo de esta fauna es cierto personaje que, amparándose en su ilustre apellido, intenta hacerse pasar por falangista cuando le interesa pero acaba pidiendo el voto para la candidata pepera sin ningún sonrojo.

 

Así son los elementos que dicen que la Falange no debería presentarse para "no dividir el voto de la derecha". Además de ignorantes, malintencionados, estúpidos, o todo a la vez, parecen no haberse enterado de que los derechistas que se hacían pasar por camaradas, hace tiempo que se han quitado la careta y ya no disimulan sus simpatías y entusiasmo por una formación derechista ultraliberal y de obediencia sionista. 

 

Dicha verdosa formación ha sido un auténtico "camión de la basura" que nos ha librado de falsos simpatizantes, reaccionarios emboscados y folclóricos clientes de Casa Pepe o el chino facha. 

 

Los que quedamos en las diezmadas filas del patriotismo revolucionario somos pocos pero consecuentes.

 

Solamente por ver la cara de desagrado de tanto derechoide travestido de patrioterismo ante los insolentes e insobornables símbolos nacionalsindicalistas, merece la pena votar la candidatura de FE de las JONS.

 

Sin fe y sin respeto.

 

J.L. Antonaya

 

Extraído de 

https://ramirosemper.blogspot.com/2021/04/candidatura-falangista-en-madrid-la.html