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Plataformas como OnlyFans son un ejemplo más de cómo la tecnología digital puede ser: (i) un medio óptimo para enriquecer a depredadores sin escrúpulos; (ii) un tentador reclamo para que jóvenes de ambos sexos se prostituyan con ingresos fáciles y cuantiosos, y (iii) una eficaz arma para socavar masivamente los cimientos morales de cualquier sociedad.

 

La “religión del dinero” no se para en barras, pues su finalidad no viene circunscrita a límites de ninguna clase. Su razón de ser no es otra que el lucro. Cuanto mayor y más rápido, más satisface a sus devotos.

El capitalismo liberal es el armazón que sostiene y anima tal dogma. Cualquier actividad humana es susceptible de comercializarse y monitorizarse. Da igual la perversión del método empleado o sus devastadores efectos. Lo relevante es alcanzar la meta final, el paraíso de la riqueza. Es un fin en sí mismo que posibilita a quien lo alcanza poder, opulencia, bienestar y control sobre las gentes. Es el catecismo del espíritu burgués elevado al éxtasis.

 

Paradojas de la vida, los que alcanzan esa cima alardean de altura moral, pues no salpican sus vidas privadas con el hedor de sus métodos. Al contrario, las sociedades debilitadas aplauden tales triunfos. Estamos ante los nuevos señores feudales, aclamados por el éxito y, tal vez, por las “buenas acciones” que publicitan para blanquear sus negocios.

 

Cuanto más ignorante y amoralizada sea una sociedad, más proliferarán los OnlyFans en una espiral sin fin. Frente a ello, solo cabe el antídoto de los valores propios de nuestra civilización: principios trascendentes y valentía para defenderlos.

 

La dignidad es consustancial al ser humano. El ser criaturas de Dios, creadas a su imagen y semejanza, es lo que determina nuestra libertad y nos hace responsables de nuestros actos.

 

La dignidad, o su sinónimo el honor, es el freno a la esclavitud y la cualidad que nos hace personas. Por ello, no cabe mercadear con ella. Es la categorización de las cualidades inmanentes del hombre. Quien voluntariamente la vende, suprime la autonomía de su voluntad y el libre albedrío.

 

Pero no debemos darnos al engaño, las tretas del capitalismo sin escrúpulos son variadas. Innumerables recursos se emplean en soltar “tinta de calamar”. El feminismo actual y otras falacias son los perfectos aliados, sino cómplices, de los OnlyFans.

 

Vacuidades como el “derecho al propio cuerpo” y el “empoderamiento femenino”, son la justificación idónea para legitimar lo que no es más que esclavitud e indignidad. Tristes cebos pues para seguir llenando las arcas de unos pocos e incrementar el mercado de la carne humana.

 

Algunos gobiernos, y no miro a nadie, deben de ser accionistas de los OnlyFans del mundo, al destinar ingentes recursos económicos a socavar la dignidad tras el fuego fatuo de ser más “libres”.

 

Pobres hombres y mujeres que por unas monedas caen por debajo incluso de la categoría animal.

 

 

Patricia T.M.