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Categoría: Artículos
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Esta Navidad es diferente, no más triste, es distinta.


Quizá sea una Navidad más lenta, sin prisas, sin aglomeraciones, más reflexiva, apartada del espíritu consumista y más próxima, de un espíritu más intimista.


Sin interioridad, el Ser Humano pone en peligro su misma integridad, cuando falta el espíritu contemplativo no se defiende la vida y se degenera todo lo humano.


Seremos menos en nuestros hogares, y recordaremos, que lo teníamos muy olvidado, el misterio contemplativo de la Navidad, la Virgen, San José y el Niño Dios. Pobres, en un pesebre, a la intemperie, en la única compañía de pastores, lavanderas, carpinteros, herreros, y animales de labranza. Y también había Sabios, no me gusta llamarles reyes magos, que ofrecían lo que portaban, oro, incienso y mirra. Yo prefiero llamarles talentos, recordándonos, que el poder humano se arrodilla ante el poder divino.


Este año se está haciendo viral el término "asintomático", pues yo quiero ser "sintomático". Como Ser Humano, como cristiano, como falangista, quiero saberme querido y curado, quiero sentir los síntomas del que busca el reencuentro pese a las distancias o diferencias, y quiero luchar por ello. Ante esta pandemia quiero tomar la cruz de cada día, mi yugo y mis flechas, para afirmar que el hombre está llamado a vivir de una manera plena y libre de cualquier atadura.


No nos dejemos desalentar por el miedo, por el sufrimiento, que lo hay y mucho. ¿Quién de nosotros no ha perdido un ser querido, un amigo, un conocido?

¿Quién de nosotros no está próximo a la enfermedad?


¿Quién de nosotros no está viviendo en el desaliento económico? No perdamos la confianza, no nos cansemos de cansarnos, acudamos al Niño Dios, ofrezcámosle nuestros miedos, nuestras angustias, nuestras desesperanzas. Interioricemos, escuchémosle. Dentro de nosotros se abrirá paso el consuelo que brota de esa amistad íntima con Dios, y así con esa savia nueva y revolucionaria, seremos capaces de construir una Patria mejor, de auténticos hombres y mujeres.


Esta Navidad, tan diferente y distinta, ha de ser también una Navidad alegre, que nos permita la oportunidad y nos conceda el regalo de contemplar nuestras moradas, como dice Santa Teresa, y de interiorizar en nosotros, como nos descubre San Agustín.


En España tenemos la vacuna, nuestra raíz cristiana y católica es la esencia, la medicina la complementa.


Déjate vacunar de Dios, y contagia con revolución y entusiasmo el Nuevo Orden Mundial.


Por la Patria, el Pan y la Justicia.

 

Begoña del Arco