INTRODUCCION
Falange Española nace, oficialmente para los registros de la Historia, con tres discursos pronunciados solemnemente, en el Teatro de la Comedia, hace ahora la friolera de ochenta y siete años. De los tres, el de José Antonio es el que se ha catalogado, especialmente, como el fruto que recogemos tras años de siembra de lo que conocemos como ideología nacional-sindicalista. Pero son más de diez años durante los que se ha venido gestando el trabajo que desemboca en esta idea.
Falange no nace por arte de birlibirloque el 29 de Octubre de 1933. En esa fecha se comienza a recoger la cosecha que, durante más de una década, se ha ido plantando con el trabajo de todos aquellos que anhelaban el surgimiento de esa primavera que diese a luz los esfuerzos destinados a que germinasen esos embriones que habían sido plantados con fe. Poesía prosaica que promete.
La ideología, alma mater del falangismo tal y como lo conocemos, se engendra en el periodo mundial de entreguerras, bebiendo de aportaciones foráneas y adecuando lo estudiado a la idiosincrasia de esta nación, otrora glorioso Imperio, y que parece que aún hoy debemos pedir perdón por ello, tal y como lo exige el tal López Obrador, presidente de Méjico
UNION PATRIOTICA
Comenzaremos con la historia de la Unión Patriótica, espejo de la influencia de las ideas fascistas en España. Negar, como en algunos sectores falangistas se ha pretendido, la influencia histórica del fascismo en el devenir del contenido ideológico de la Falange no deja de ser un sustrato baldío.
Algunos meses después de la instauración de la dictadura de Primo de Rivera en septiembre de 1923, el dictador comenzó a fraguar la idea de que no era suficiente para regenerar el país poner fin a la oligarquía y descuajar el caciquismo tal y como se había propuesto, sino que también era necesaria una política nueva, que se apoyara en gentes de ideas sanas y en los hombres de buena fe que formarían un partido político, pero a la vez tildado de apolítico, que ejerza una acción político-administrativa, guión que adaptó el franquismo con sus gobiernos tecnócratas una vez diluida la influencia falangista después de 1957.
Una fuerza política que no definiera los objetivos ni las políticas a aplicar, sino que se hiciera cargo de la administración del Estado llevando a la práctica el lema regeneracionista de menos política, más administración, también más fascista a la italiana y supervisada, de hecho, por oficiales de las guarniciones militares de Barcelona y la Capitanía General de Cataluña. Como punto de partida para construir la nueva organización política, el general Primo de Rivera primero pensó en La Traza, un grupúsculo barcelonés imitador del fascismo apoyado entre otros por el general Eduardo López Ochoa y que tras el golpe cambió su denominación por la de Partido Somatenista Español y posteriormente por Federación Cívico-Somatenista.
El somatén era una fuerza civil armada con un componente religioso muy acentuado. Desde los campanarios de las iglesias existía un toque específico para llamar a los somatenistas a reunirse en la plaza del pueblo cuando las circunstancias así lo requerían. Durante el franquismo fue muy habitual en la lucha contra el maquis. Hoy en día, en su originario nombre catalán, Somatemps, el movimiento ha vuelto a renacer como oposición al desastroso engendro conocido como procés.
De forma efectiva, López Ochoa apoyó enérgicamente el golpe de Primo de Rivera para, un año después, debido a su reconocida adscripción masónica abandonar el proyecto y llegando a tener que exiliarse. Su republicanismo, que llevó a defender al Gobierno ante la sublevación de Largo Caballero en Asturias en 1934, no evitó que fuera decapitado en el Madrid de 1936.
La figura del general López Ochoa va indefectiblemente unida a la del general Batet. Ambos eran republicanos y masones convencidos y, en su primera condición, reprimieron la revolución de Asturias y el intento secesionista catalán, en 1934, respectivamente. Su situación geográfica el 18 de Julio no era garante de su seguridad en ninguno de los dos bandos.
López Ochoa se encontraba ingresado en el hospital de Carabanchel y, tras ser asesinado por las turbas, su cabeza fue cortada con una navaja y paseada en una pica por los milicianos. Batet, en Burgos, fue condenado en un consejo de guerra y fusilado por su militancia masónica.
La Traza fue una organización de inspiración fascista fundada en Barcelona en la primavera de 1923, poco antes del golpe de Estado del general Primo de Rivera, y que estaba sustentada en la ideología de la Milicia al estilo de la Milicia Fascista italiana.
Su origen nace del decaimiento del Sindicato Libre, uno de los problemas del pistolerismo que acabó argumentando el golpe de Estado y un cierto auge del jaimismo (carlistas), a modo de fuerza de choque, más radical que el somatén, organización ya existente, contra las huelgas y los movimientos políticos y sociales entonces llamados democráticos dentro de la ciudad. Se encuadró dentro del entorno ideológico de grupos radicales establecidos en otros lugares como la Acción, órgano periodístico dirigido por el radical maurista Manuel Delgado Barreto y de quién volveremos a hablar más adelante.
Publicó su Manifiesto en julio de 1923 y se ofreció a Primo de Rivera como fuerza paramilitar para difundir e imponer la dictadura monárquica. Primo de Rivera mantenía entonces dudas respecto a la futura estructura del Estado y a los instrumentos de apoyo que usaría o crearía a tales efectos, además del ejército, para mantener el poder y el control social. La Traza manifestó su voluntad en convertirse en partido político único (Federación Cívico-Somatenista). Participó con unos 300 miembros en el recibimiento dispensado a Alfonso XIII y al propio dictador al regreso de su viaje a Italia el 1 de diciembre de 1923. Dentro de la estrategia indecisa de Primo de Rivera, recibió a los representantes de La Traza en audiencia en diciembre de 1923. Pero, en 1924, Primo de Rivera optó por un modelo más próximo al somatén y a la estructura de su Unión Patriótica (UP), lo que provocó que la mayoría de los tracistas ingresaran en la UP en abril de 1924. Una parte de los miembros de La Traza no aceptaron su integración en UP y se incorporaron a otras formaciones radicales como Derecha Social o Peña Ibérica, (como vemos, lo de las escisiones no es de ahora) y aunque estuvieron activos aún todo el año 1925, la entidad desapareció oficialmente en 1926. Un grupúsculo se mantuvo, no obstante, hasta la llegada de la II República bajo la dirección y órdenes del capitán Alberto Ardanaz si bien terminaron siendo absorbidos por Falange.
Tras su viaje a Italia hemos visto que Primo de Rivera descartó la opción tracista y sus miembros fueron obligados a ingresar en la Unión Patriótica en abril de 1924 decantándose por la opción de las organizaciones promovidas por la derecha católica y que habían dado nacimiento a la Unión Patriótica Castellana (UPC), origen de la UP, una fuerza política que intentaba seguir los pasos del católico Partido Popular Italiano algunos de cuyos miembros participaron en el primer Gobierno de Mussolini en 1922. Así pues, para la constitución del partido único del régimen el dictador echó mano de una formación política en gestación que venía del mundo católico antiliberal y antidemocrático no carlista, más concretamente del vinculado a la Asociación Católica Nacional de Propagandistas que encabezaba Ángel Herrera Oria, ente que volverá a aparecer en esta Historia y que precisamente había sido la organización que había impulsado las primeras uniones patrióticas con el fin de constituir el gran partido de la derecha católica en España.
El Círculo Católico Agrario de Valladolid, posteriormente ciudad germen de las Juntas Castellanas de Actuación Hispánica, lanzó el manifiesto fundacional de la Unión Patriótica Castellana (UPC) el 13 de noviembre de 1923 y al mes siguiente se adhirieron a él las uniones patrióticas de Ávila, Burgos y Palencia y, fuera de Castilla la Vieja, en Sevilla. Su primer presidente fue el profesor católico Eduardo Callejo, muy próximo a Herrera Oria, fundador y promotor de la ACNP. Su ideario inicial era un catolicismo tradicionalista y corporativista defensor de la propiedad y de los valores agrarios.
Primo de Rivera definió la Unión Patriótica (UP) como “un partido central, monárquico, templado y serenamente democrático”. Uno de sus principales ideólogos, el escritor José María Pemán, que en 1929 publicó ”El hecho y la idea de la Unión Patriótica”, se preocupó de distinguirlo del fascismo y afirmó que el Estado que defendía la Unión Patriótica era el tradicional socialcristiano, y que además renegaba del sufragio universal que consideraba un gran error, tesis recogida posteriormente por José Antonio cuando afirmó que el mejor destino de las urnas era el de ser rotas después de usadas. En el partido se integraron personas procedentes de la derecha tradicional católica (antiliberal y antidemocrática), del maurismo y de otros sectores conservadores, apolíticos de todo tipo y también simples oportunistas.
A partir de la constitución del Directorio Civil en diciembre de 1925 se hizo evidente la ruptura de la UP con los principios del liberalismo, vinculándose con las corrientes más significativas de la derecha radical europea y recurriendo a los tópicos más rancios del conservadurismo tradicionalista español: identificación de la nación con la monarquía y el catolicismo, idea organicista y no igualitaria del hecho nacional y crítica de la alianza entre la Monarquía y el liberalismo concertada durante la Restauración, así como a los clásicos principios del pensamiento burocrático castrense: militarismo fundamentado en un nacionalismo básico tradicional; antiparlamentarismo y anti politicismo; defensa de los valores inherentes al profesionalismo militar (orden, disciplina, jerarquía y autoridad); autoritarismo; anticomunismo primario, centralismo cercano al jacobinismo, apoyo a la familia como célula principal de la nación y defensa de la propiedad privada como institución de derecho natural.
Sin embargo, podríamos apuntar que, la UP nunca elaboró una formulación doctrinal coherente -aunque primó un básico conservadurismo con tintes corporativos, influencia del fascismo, antiparlamentarios y autoritarios- y se presentó como una organización apolítica y anti partidista, como un partido matriz de futuros partidos dispuestos a regenerar España, una “madre de partidos”, como definió Primo de Rivera a la UP en febrero de 1925.
Aquí volvemos a encontrar raíces de la UP en el posterior devenir del franquismo. Con el llamado “espíritu del 12 de Febrero”, Arias Navarro, tras el asesinato de Carrero Blanco, promueve la Ley de Asociaciones Políticas. Según su intención, el Movimiento Nacional debe cumplir el papel de “madre de partidos” que el dictador supuso para la Unión Patriótica. Asociaciones que, posteriormente, acabarían confluyendo en la Unión de Centro Democrático o en la definitiva Alianza Popular.
Digno de reseñar, posteriormente, es el debate abierto por el hispanista israelí Shlomo Ben Ami al considerar que la ideología de la UP contenía ya las ideas básicas de fascismo español de la década siguiente, pudiendo afirmar que si bien es cierto que estas aparecen (negación del capitalismo y el liberalismo, miedo al comunismo, apuesta por un Estado corporativo), el upetismo como movimiento creado por el poder, nunca cuestionó el sistema socioeconómico imperante, a pesar de que postulase la realización de unas reformas en sentido corporativo y estatalizador. Además, a diferencia de otros partidos fascistas o populistas (como fue después el peronismo), la UP no emprendió realmente estas reformas ni movilizó a la sociedad para su consecución, sino que fue el oportuno comparsa sin iniciativa para un régimen dictatorial de derechas que apenas esbozó un proyecto de desmantelamiento del sistema liberal. Sólo en este sentido de alternativa antidemocrática se puede reconocer a la UP como precursora del fascismo español.
La Unión Patriótica no sobrevivió al régimen que la había creado, sin embargo, el influjo de la UP superó con creces su desaparición: en su seno surgieron o se desarrollaron ideas corporativistas y autoritarias que luego quedaron plasmadas en el ideario de grupos como la Unión Monárquica Nacional, Partido Nacionalista Español, Acción Popular, Renovación Española, CEDA o Falange Española. Fue, en definitiva, un vivero de futuros dirigentes de los partidos derechistas, entendiendo como derecha radical a aquella no encuadrada en el conservadurismo de raíces decimonónicas, durante la República, y propició una convergencia de las posiciones de grupos en principios tan irreconciliables como alfonsinos y carlistas.
El cambio de Régimen, Monarquía por República, tuvo una especial influencia en la idea de estas ideas que desembocaron en el nacional-sindicalismo. No todos entendían que el cambio de modelo de Estado no tenía nada que ver con el sistema que lo rigiese. Así vemos que, en un principio, figuras como el aviador militar Ansaldo o el ultra católico Marqués de la Aliseda abrazan con fervor a la Falange primigenia y huyen desencantados cuando ven que el destino de la misma no es la restauración borbónica ni la connivencia Iglesia-Estado.
UNION MONARQUICA NACIONAL
La Unión Monárquica Nacional (UMN) fue un partido político español fundado en abril de 1930 como sucesor de la Unión Patriótica y encabezado por ex ministros de la Dictadura. La formación, de matriz neoconservadora, incorporaba sin embargo un activo grupo de representantes de la derecha radical y apostó por la instauración de una monarquía de tipo autoritario.
Al acudir todos los ex ministros al entierro de Primo de Rivera el 3 de abril de 1930, dos meses después de haber abandonado el poder, aprovecharon para firmar el manifiesto del nuevo partido. Las figuras más destacadas eran José Calvo Sotelo, Ramiro de Maeztu, Manuel Delgado Barreto (de nuevo aparece) y el conde de Guadalhorce, que se convertiría en jefe del partido. También encontramos como firmante, por primera vez en su vida en política, a José Antonio. Su militancia se nutrió de funcionarios, ex ministros de la dictadura, empresarios e ingenieros.
A lo largo del año 1930 hubo otras propuestas políticas minoritarias en el espectro de la extrema derecha monárquica similares a la UMN: Juventud Monárquica Independiente, Acción Monárquica, Asociación de Reacción Ciudadana o el Partido Socialista Monárquico de Alfonso XIII, si bien solo desempeñaron un papel testimonial. Al proclamarse la II República, una parte de sus dirigentes fueron procesados y encarcelados. Otros como Calvo Sotelo o el conde de Guadalhorce se exiliaron en el extranjero.
Tras la amnistía concedida en 1934, sus dirigentes fueron rehabilitados, reintegrándose en la vida política. La mayoría en el partido Renovación Española que acabaría liderando Antonio Goicoechea.
Hasta aquí hemos visto el germen que, en la política española, tuvo el fascismo surgido en la Italia de los años 20. La llegada de la II República traería un aire nuevo a la vida política y, con ella, la aparición de nuevas formaciones.
JUNTAS CASTELLANAS DE ACTUACIÓN HISPÁNICA
Las Juntas Castellanas de Actuación Hispánica (JCAH) fueron fundadas en Valladolid el 9 agosto de 1931 por Onésimo Redondo. Tuvieron una escasa militancia que no llegó más allá de los límites de la propia provincia y una corta existencia. En octubre de ese mismo año se integraron en las nuevas Juntas de Ofensiva Nacional-Sindicalista (JONS) creadas junto con el grupo organizado en Madrid por Ramiro Ledesma y que había surgido a raíz de la revista La Conquista del Estado. Las JCAH fueron el primer partido español que, encajándolo en la época de su creación, podríamos llegar a calificar de ideología netamente fascista.
No obstante su breve periodo de existencia autónoma, las JCAH tuvieron una relevancia importante en la posterior elaboración de la ideología nacional-sindicalista. Sobre todo en la parte correspondiente a la política agraria y a la existencia de la pequeña propiedad privada como sustento de la misma.
Su órgano de comunicación fue el semanario Libertad, ya existente, al cual se le debe su expansión por los núcleos rurales de Castilla la Vieja.
Como ya hemos dicho, el fundador y líder del partido fue Onésimo Redondo, persona de extracción rural procedente de un ámbito castellano antiguo, conservador y clerical. En 1928 trabajó como lector de español en el Colegio Católico de Mannheim, donde entró en contacto con las actividades e ideología del Partido Nazi, que le impresionaron, aunque sin llegar a hacerle abandonar su catolicismo, prácticamente incompatible con el concepto casi esotérico del nazismo. Ello le llevó a desarrollar una ideología marcada por tres objetivos básicos: la unidad nacional, la justicia social y la primacía de los que consideraba tradicionales valores hispánicos. Su relación con el periódico El Debate y con su director Herrera Oria, fundador de la ACNP, habían sido muy importantes para conseguir ese puesto de lector en la Universidad alemana.
Durante 1930 y 1931 había organizado un sindicato de remolacheros en la provincia de Valladolid, (recordamos el papel que desempeñó el Círculo Católico Agrario cuando se lanza el manifiesto fundacional de la UPC), lo que le permitió contactar con el sindicalismo existente. Se sentía muy identificado con la lucha de los pequeños agricultores castellanos y era hostil al ya incipiente separatismo catalán y vasco, a los movimientos obreros izquierdistas, a los grandes financieros y a los políticos liberales. Como podemos observar esa postura será, en un futuro, preeminente dentro de la aún non nata ideología nacional-sindicalista. Propugnaba una rebelión de los campesinos y comerciantes católicos de la España interior contra la forma de vida más libre que existía en las ciudades cosmopolitas, para supuestamente salvar a la nación y acabar con las emergentes tendencias egoístas, pornográficas y judías. Creía que la actividad económica debía ser controlada por sindicatos autónomos, pero organizados a nivel nacional. Aunque, como ya hemos señalado, había sido miembro de la ACNP en el pasado, en ese momento era partidario de organizar un movimiento juvenil revolucionario, nacionalista y, digamos, violento. Políticamente, había apoyado a la candidatura monárquica en las elecciones municipales de Abril de 1931. Después había ayudado a poner en marcha la sección vallisoletana de Acción Nacional, futura Acción Popular que sería la organización predominante en la CEDA, pero el acatamiento de este partido católico al nuevo orden establecido decepcionó al joven, que deseaba una oposición más radical a la República tal y como se desarrollaba en su primer bienio.
El 13 de junio de 1931, fundó en Valladolid el semanario Libertad, con el que propagó sus ideas, que propugnaban tanto la destrucción de la burguesía cosmopolita como la lucha a favor de un mayor peso de la Iglesia en la II República. En el número 17 afirmaba:
La coeducación o emparejamiento escolar es un crimen ministerial contra las mujeres decentes. Es un capítulo de la acción judía contra las naciones libres. Un delito contra la salud del pueblo que deben penar con su cabeza los traidores responsables.
También sostenía que España estaba ya sumida en una guerra civil y que la juventud debía prepararse para la lucha:
La juventud debe ejercitarse en la lucha física, debe amar por sistema la violencia. La violencia nacional es justa, es necesaria, es conveniente. Es una de nuestras consignas permanentes la de cultivar el espíritu de una moral de violencia, de choque militar.
Onésimo conoció la publicación de Ramiro Ledesma, La Conquista del Estado, por la que sintió un interés que era correspondido por su colega.
Al fundarse las JCAH, sus primeros afiliados fueron algunos seguidores suyos de los alrededores de Valladolid y varios estudiantes radicales. Entre ellos estaban su hermano Andrés, Emilio Gutiérrez Palma, antiguo afiliado al PSOE, UGT y CNT y quien posteriormente tendría un papel relevante en la creación de las CONS y autor del libro “Sindicatos y agitadores revolucionarios nacional-sindicalistas”. Otros afiliados fueron José Antonio Girón, González Vicén, posteriormente posibilistas dentro del franquismo, o nuestro entrañable y siempre recordado, Luís Nieto. Los dirigentes intentaron captar a un número de seguidores suficiente para formar milicias de acuerdo a los cánones fascistas, para lo que convocaban a la juventud a la conquista del poder político, ya que, la juventud, era el único colectivo al que se consideraba incontaminado por el liberalismo y el marxismo.
La organización era católica y anticomunista, y su lema inicial era “Tradición y renovación”. Uno de sus objetivos era la llamada revolución hispánica, que tenía que correr a cargo de una promoción juvenil inflamada de anhelo de engrandecer a España. Aunque con diferencias sustanciales con el grupo de Ledesma, la ideología que había surgido en Italia y Alemania estaba presente en ambas organizaciones. No obstante, las JCAH tenían un carácter más defensivo que el colectivo formado en torno a La Conquista del Estado poseedora de un sesgo más revolucionario. Redondo consideraba necesaria la participación de la juventud en la actividad política entendida como milicia cívica.
Tras lo dicho vemos pues que uno de los pilares básicos en la ideología de las JCAH es el agrarismo y comprobamos que así quedará plasmado en varios de los 27 puntos programáticos tras la fusión de FE y de las JONS. Concretamente seis de ellos, del 17 al 22.
Durante la época del franquismo fueron destinados, esencialmente, tres ministerios a la ideología estrictamente nacional-sindicalista: Trabajo, Vivienda y Agricultura. Si en Trabajo, bajo la batuta de Girón de Velasco, son palpables los logros en defensa de la mejora del obrero y en Vivienda es loable la gestión de Arrese en cuanto a la construcción de casi cinco millones de viviendas sociales para los trabajadores, en Agricultura, bajo la titularidad de Fernández Cuesta o de Miguel Primo de Rivera, no se alcanzó la tan ansiada reforma agraria. En su descargo podemos señalar que el bando “vencedor” había contado entre sus socios con los grandes terratenientes y latifundistas de la Andalucía y la Extremadura más profundas y, cuando hay un Gobierno de coalición, sabemos lo que pasa.
Para ganar el apoyo de los pequeños propietarios agrícolas conservadores, Onésimo exponía un ruralismo regeneracionista inspirado en Joaquín Costa y Ricardo Macías Picavea. Libertad promulgó como lema de la nueva revolución el de”¡Castilla, salva a España!”. La Castilla idealizada de las Juntas era la de los pequeños propietarios agrarios y conservadores, una sociedad rural en la que pervivía el catolicismo tradicional. Incluía a las pequeñas ciudades, pero no a la capital. Onésimo se oponía a la reforma agraria planteada por la II República y, en particular, al reparto de tierras a los campesinos carentes de ellas. En contraposición, proponía una nueva orientación agrícola de la política económica, la intervención para mantener estable el precio del cereal, la creación de un banco único agrario (punto 14, nacionalización de la banca) y la reconstitución de algunos patrimonios comunales eliminados por la desamortización de Mendizábal.
El corporativismo italiano, tantas veces aludido en el actual relato, se transforma dentro del nacional-sindicalismo en cooperativismo. Centrándonos en el anhelo de las Juntas sobre la creación de un banco único agrario, y enlazándolo con el tema de la nacionalización de la banca, durante el franquismo se creó el Banco de Crédito Agrícola y, más importante, la obra social a la que destinaban sus beneficios las Cajas de Ahorro, culminó con la creación de cooperativas agrarias, llamadas primero Grupos de Colonización y, posteriormente, para adoptar un lenguaje menos fascistizado, Sociedades Agrarias de Transformación.
La creación de poblados de colonos, con nombres como Llanos del Caudillo o Barbate de Franco que ensalzaban al Régimen, no suponía exactamente un reparto de las tierras a los campesinos, tal y como lo entendía el comunismo que las sometía al Estado y a lo que se oponía Onésimo, sino que eran concesiones a la propiedad privada que organizaba su comercialización y beneficio a través de las cooperativas.
También es de reseñar la aportación del nacional-sindicalismo a través de la creación del Servicio Nacional del Trigo y el posterior organismo englobador de todos estos productos como fue el Servicio Nacional de Productos Agrarios (SENPA).
Como novedad, influenciado por su estancia en Mannheim, aparece un sesgo antisemita en el pensamiento de Onésimo. Aunque en España pervivió durante siglos un anti judaísmo residual de raíz religiosa, el antisemitismo no era un componente fundamental en la política española. Sin embargo, en los años treinta la radicalización política y la influencia nazi hizo que lo judío se uniera a la masonería y al marxismo como unos supuestos, y reales, enemigos interiores. Para entonces, ya se había difundido por toda Europa el libro antisemita conocido como Los protocolos de los sabios de Sión. Sus tesis fueron repetidas por Henry Ford en su libro El judío internacional, que fue editado varias veces en España. Con base en este último, Redondo publicó dos artículos en Libertad: “El peligro judío”, el 27 de junio de 1931, y “El judío internacional. Intervención de los hebreos americanos en la revolución rusa”, el 28 de septiembre. En ellos hizo referencias denigrantes hacia el judaísmo y añadía insultos dedicados a los políticos republicanos y socialistas. Otros dirigentes de las Juntas hicieron comentarios sobre el supuesto espíritu judío de Marx.
En otro artículo publicado el 24 de julio y titulado “La próxima quema de conventos”, Redondo proponía medidas explícitas para acabar con sus enemigos:
Por eso proponemos que, en la defensa, se dirijan los tiros a la cabeza de los verdaderos responsables, de esos tipos que fundan con dinero judío —¡ y quién sabe si del mismo Estado español!— esas publicaciones: entre ellos se encuentra la famosa vieja que tenemos de Ministro de Bellas Artes, refiriéndose despectivamente al socialista Marcelino Domingo.
El partido no se autodenominaba fascista, ya que consideraba que su proyecto de revolución hispánica era completamente original, aunque reconocía que el fascismo perseguía similares objetivos.
Así mismo se ocupó mucho de teorizar acerca de la legitimidad del uso de la violencia. Consideraba que era obligación del Estado frenar las amenazas existentes contra la unidad nacional. Pero, ante la inoperancia del Gobierno para frenar la violencia revolucionaria, los ciudadanos estaban autorizados a usarla a través de milicias nacionales.
Las pequeñas JCAH estaban completamente aisladas en Valladolid y carecían de contactos en Madrid. Pese a sus esfuerzos, el grupo no pasaba de treinta o cuarenta miembros, profesionales liberales, agricultores y universitarios como el citado José Antonio Girón de Velasco. Puesto que Ramiro se había quedado sin recursos económicos, ambos grupos contactaron en septiembre de 1931 porque consideraban que se necesitaban el uno al otro. A pesar de sus diferencias, tanto el católico Redondo como el subversivo Ledesma eran nacionalistas, revolucionarios, antimarxistas y autoritarios. La unión de ambos grupos era necesaria para su supervivencia. En consecuencia, el 10 de octubre La Conquista del Estado anunció la fusión de ambos grupos para formar las nuevas Juntas de Ofensiva Nacional-Sindicalista. Así nació la primera organización política de ideología expresamente nacional-sindicalista.
JUNTAS DE OFENSIVA NACIONAL-SINDICALISTA
Para poder hablar de las JONS no podemos olvidar su embrión: La Conquista del Estado.
La Conquista del Estado fue un semanario político español fundado en Madrid el 14 de marzo de 1931 (un mes antes de la proclamación de la II República) por el filósofo y pensador político Ramiro Ledesma Ramos, que fue su director. Salieron a la luz veintitrés números, siendo el último de ellos el 24 de octubre de 1931.
Denominado desde sus inicios de corte fascista, cierto es que estaba inspirado en la publicación homónima italiana de Curzio Malaparte, ese fascista errante que acabó, tras la II Guerra Mundial, militando en el Partido Comunista Italiano y la publicación pretendía convertirse en el embrión del fascismo español desde un punto de vista teórico.
En su primer número publicó un manifiesto cuyas ideas fuerza eran la supremacía del Estado, afirmación nacional, articulación comarcal de España y estructura sindical de la economía (nacional-sindicalismo). El periódico redactó, además, diecisiete puntos básicos, que destacaban sus objetivos primordiales.
Podemos afirmar que la publicación cabe considerarse declaradamente partidaria del fascismo, en todos los números del semanario se hace hincapié en la idea de revolución, que se enfrente tanto al marxismo como al capitalismo enfocándose en la llamada tercera vía y haciendo continuas loas tanto a la Italia fascista como al Partido Nacional Socialista alemán, el cual llegaría dos años más tarde al poder. También fue muy combativo con el independentismo, en especial el catalán, al que dedicó varios artículos de clara oposición al mismo.
A su vez, intentó reclutar a los descontentos de algunos movimientos revolucionarios proletarios, fundamentalmente de miembros de la CNT, asistiendo al Congreso Extraordinario de 1931 de la organización anarcosindicalista y apoyando la Huelga de Telefónica convocada por estos.
Se reconoce la afinidad que Ramiro siente hacia el anarquismo cuando se resalta que los colores rojo y negro del nacional-sindicalismo se basan en el movimiento organizado por Bakunin. Y así, en la base obrerista de este movimiento superador de izquierdas y de derechas colaboran anarquistas como Sinforiano Moldes, Nicasio Ribagorda, Camilo Olcina, trentista y posterior guardaespaldas de José Antonio, Guillén Salaya, el ya citado Emilio Gutiérrez Palma o Nicasio Álvarez de Sotomayor junto a comunistas como Enrique Matorras o Manuel Mateo. Ellos son parte esencial en la creación de la Central Obrera Nacional-Sindicalista (CONS).
Y es cierto que la historia del nacional-sindicalismo se escribe, en letras de oro, con sangre de antiguos comunistas y anarquistas. El 22 de Agosto de 1936, Nicasio Ribagorda, Sinforiano Moldes y Enrique Matorras ofrecen su vida junto a Julio Ruíz de Alda y Fernando Primo de Rivera en la cárcel Modelo de Madrid. Manuel Mateo es salvajemente asesinado ese mes de Septiembre al caer en manos de sus ex camaradas comunistas. Y mención aparte merece Álvarez de Sotomayor. Tras abandonar FE-JONS junto a Ramiro y Montero Díaz en 1935, fue elegido alcalde de la localidad cacereña de Cilleros en Febrero de 1936. El periódico “El Día de Extremadura” reseñaba en su edición del 3 de Agosto de 1936 que Álvarez de Sotomayor había sido abatido por una patrulla de falangistas cuando comandaba un grupo de militantes comunistas. Guillén Salaya, Camilo Olcina y Emilio Gutiérrez Palma vivieron largos años durante el franquismo sin que sus nombres fuesen reconocidos ni premiados con un mísero negociado por sus servicios prestados. Ni lo necesitaron ni lo echaron de menos.
Tras sufrir dificultades económicas por la censura establecida en la Ley de Defensa de la República (1931), anunció en octubre el final de su andadura; aunque hacía oficial la formación de una nueva organización política y un nuevo semanario con el mismo nombre, Juntas de Ofensiva Nacional-Sindicalista que, como hemos visto antes, se convertirá en el primer partido nacional-sindicalista existente en España.
Las Juntas de Ofensiva Nacional-Sindicalista (JONS) existieron, como entidad autónoma entre 1931 y 1934. Consideradas de carácter totalitario y contrario a los partidos políticos existentes y a cualquier sistema democrático al uso, propugnaba la supremacía del Estado, pretendiendo articular este Estado en torno a un sindicato vertical.
EL FASCIO
Como hemos podido comprobar, en los orígenes de lo que hoy conocemos como Falange, la prensa jugó un papel muy importante. Libertad y, posteriormente, Igualdad en las JCAH, La Conquista del Estado en las JONS y, aunque de muy breve trayectoria, El Fascio también debe considerarse un embrión en el germen del nacional-sindicalismo.
El Fascio, subtitulado «Haz Hispano», fue una publicación periódica española, de hipotética tirada semanal pues solo tuvo un número, impresa en Madrid.
Surgida como una reacción al establecimiento del fascismo en Italia y el triunfo de Hitler en elecciones de 1933 su lanzamiento fue preparado en el domicilio del escritor Ernesto Giménez Caballero, auténtico introductor teórico del fascismo en España, muy relacionado con Ercole Reggio, un discípulo de Giovanni Gentile y quien estaba de lector de italiano en España y apoyándose por diversas personalidades de la conocida como extrema derecha española bajo la supervisión de enviados de Mussolini, como su embajador en Madrid, Raffaele Guariglia; la financiación correría a cargo, entre otros, del magnate Juan March, contrabandista y banquero sin que el orden de los factores altere el producto de la ecuación. Su director fue, como iba a faltar, Manuel Delgado Barreto (también al frente de La Nación, el nuevo diario oficial que había creado el dictador Primo de Rivera sustituyendo a La Acción que señalábamos en los inicios de la Unión Patriótica), y en ella colaboraron autores como Rafael Sánchez Mazas, corresponsal de ABC en Italia entre 1922 y 1929 y creador del grito ¡¡¡Arriba España!!! y de la Oración a los Caídos; Ramiro Ledesma, quien en 1935 abandonaría FE-JONS por considerarla próxima al reformismo burgués y alejada de la vía revolucionaria proletaria; Juan Aparicio, antiguo miembro del staff de La Conquista del Estado y diseñador del yugo y las flechas parece ser según inspiración de su profesir el socialista Fernando de los Ríos allá por 1924; Juan Pujol, director del pro nazi diario vespertino Informaciones que lo siguió siendo hasta 1945 bajo el mando de Víctor de la Serna o el propio José Antonio que firmó un artículo con el pseudónimo de «E.», aludiendo a su marquesado de Estella.
El periódico va a tener una existencia muy corta. Se publicó un único número, el 16 de marzo de 1933, tras lo cual fue incautado por el Gobierno republicano. El Fascio, en su breve andadura, sostuvo una ideología más primorriverista que fascista aunque si podríamos aseverar que sus artículos venían a defender a grandes rasgos la implantación de un Estado fascista con un modelo similar al italiano en España. Según algún pseudo historiador, como Gabriel Jackson, «la idea de José Antonio y Delgado Barreto era fundar una gran revista fascista, con una gran tirada, prevista entonces en 150 000 ejemplares». Lo cierto es que, a pesar de su paso efímero, el ruido provocado cumplió con creces su misión.
En la portada de El Fascio aparece por primera vez el emblema del yugo y las flechas. Como curiosidad señalar que el número de saetas enlazadas por el yugo es de siete y no de cinco como posteriormente se adoptará como símbolo de FE-JONS.
MOVIMIENTO ESPAÑOL SINDICALISTA – FASCISMO ESPAÑOL
El Movimiento Español Sindicalista (MES)- Fascismo Español (FE) fue un movimiento político español al que podemos considerar predecesor inmediato de la Falange fundada en 1933.
El movimiento, que surgió en la primavera de 1933, fue fundado por José Antonio Primo de Rivera, junto al escritor Rafael Sánchez Mazas, y el aviador Julio Ruíz de Alda. Otros de los que formaron parte del MES fueron Dionisio Ridruejo, Alfonso García Valdecasas, y los fieles pasantes de José Antonio, Manuel Sarrión y Andrés de la Cuerda. En principio, los miembros del MES reconocieron abiertamente ser fascistas, y de hecho el movimiento empezó a hacerse conocido en su propaganda como Movimiento Español Sindicalista-Fascismo Español (MES-FE). Sin embargo, muy pronto se hizo evidente que la iniciativa no cuajó en el panorama político y tuvo un escaso éxito. En agosto de 1933 José Antonio firmó con los sectores monárquicos el llamado Pacto de El Escorial, mediante la gestión realizada por José María de Areilza, quien una semana antes había promocionado una reunión entre el MES y las JONS, por el cual se alcanzó un pacto entre monárquicos y el MES-FE.
Areilza, amigo personal de Ramiro, sería en 1937 alcalde de Bilbao tras la toma de la ciudad. Vuelve a aparecer como muñidor de la política en 1977 como fundador de la Unión de Centro Democrático y Ministro de Asuntos Exteriores en el primer Gobierno de Adolfo Suárez.
Alfonso García Valdecasas había sido promotor, en 1931, junto a Ortega y Gasset, Gregorio Marañón y Ramón Pérez de Ayala de la Agrupación al Servicio de la República. Reconocido jurista, fue elegido diputado y formó parte del equipo jurídico que redactó la Constitución. En 1932 había creado, también junto a Ortega y Gasset el Frente Español. Entre los firmantes del manifiesto cabe destacar a Antonio Bouthelier Espasa, pieza importante en la Falange clandestina que surgiría en Madrid bajo el terror rojo y, como curiosidad, a José Antonio Maravall y Antonio Garrigues Díaz-Cañavate, padres de futuros ministros del PSOE y de la UCD en la época que conocemos como transición.
Parece ser que fue quién aportó el nombre de Falange Española tras intentar que las siglas FE fuesen las de Frente Español y Fascismo Español en sus dos anteriores alternativas. En 1944 cayó en desgracia en el franquismo tras su adhesión a don Juan de Borbón aunque siguió siendo Procurador en Cortes.
FALANGE ESPAÑOLA
El 29 de Octubre de 1933 se considera la fecha fundacional de Falange Española. El acto celebrado en el madrileño Teatro de la Comedia no pasa, en su origen, de ser un acto político del MES-FE encuadrado dentro de la campaña electoral de las elecciones a celebrarse en Noviembre de ese año. En las listas a esos comicios, José Antonio obtuvo escaño por la circunscripción de Cádiz, donde su familia gozaba de influencias notorias, integrado en una coalición conservadora monárquica, según hemos visto se había acordado en el llamado Pacto del Escorial.
Posteriormente, y para los anales de la historia, el mitin fue considerado como el nacimiento o, lo que realmente fue, la refundación del MES-FE en Falange Española.
Pero será cuando se fusione, tras un corto periodo de existencia, con las JONS cuando podemos hablar de la aportación que Falange hace al nacional-sindicalismo en el panorama político español. Aunque el acuerdo fue firmado el 15 de Febrero de 1934, será el acto del Teatro Calderón, en Valladolid, del 4 de Marzo del mismo año el que marque la relación de Falange con esta ideología, engendrada durante una decena de años y plasmada, inicialmente, en 27 puntos programáticos que aún hoy siguen siendo la base de su pensamiento.
Reseñar que en uno de los palcos del Teatro de la Comedia se encontraba Ramiro Ledesma acompañado de algunos de los suyos producto, tal y como ya hemos dicho, de la reunión que ambas organizaciones habían mantenido una semana antes en Bilbao. Como curiosidad reseñar, a título anecdótico, que cuando José Antonio pronuncia su famosa frase sobre la “dialéctica de los puños y de las pistolas”, no deja de ser un guiño hacia Guillén Salaya, presente junto a Ramiro, y quien había escrito un libro titulado “El diálogo de las pistolas”.
EPILOGO
De todo lo expuesto hasta ahora podemos sacar las siguientes conclusiones:
Los orígenes de la ideología nacional-sindicalista los podemos establecer en la Dictadura de Primo de Rivera. Copiando la Italia fascista, el dictador no aspira sino a cumplir el papel que allí desempeñó el Mariscal Badoglio, bajo el paraguas del rey Víctor Manuel III, en este caso bajo el papel de Alfonso XIII. En España no existe un Partido Nacional Fascista ni un Mussolini por lo que se intenta crear, a su semejanza, la Unión Patriótica para cumplir ese rol. Basándose en organizaciones ya existentes, de corte corporativista al uso italiano, Primo de Rivera no consigue la creación de un partido fuerte ni encuentra el líder necesario para su implantación. La caída de la Dictadura, la pérdida de confianza del Borbón y el auge de los republicanos, tras los sucesos de Jaca de 1930, obligan a la desaparición de UP y su transformación en la Unión Monárquica Nacional que no hace sino recoger los restos de ese naufragio.
Será a partir de las JCAH cuando se empiece a crear el cuerpo ideológico. Onésimo, influenciado por su estancia en la Alemania nazi, aporta las teorías políticas del agrarismo y, a la vez, matices antisemitas, sobre todo en lo referente al control judío sobre la banca y la usura internacional, pero estigmatizados por su visión católica y tradicional española pues, no en vano, había sido miembro de la ACNP.
En el devenir de los hechos, Sánchez Mazas que es un gran conocedor del fascismo de primera mano por su estancia en Italia y Giménez Caballero, el autor de Genio de España, hacen sus aportaciones, muy importantes, trasladando a la idiosincrasia nacional lo observado durante el llamado Ventennio. Corresponderá a Ramiro, conocedor de la materia, diseñar la filosofía necesaria, matizada por la influencia que sobre él ejerce su maestro, Ortega y Gasset, la concreción ideológica que dé cuerpo a un partido, o anti partido, como es FE-JONS.
Y ahora os preguntaréis, y José Antonio qué aportó? El Jefe era un líder nato. Excelente orador, prestigioso jurista, “señorito” de cuna, José Antonio entró en política por defender la memoria de su padre. Hemos visto que su primera aparición es cuando firma el manifiesto de creación de la Unión Monárquica Nacional. Después ejerce de abogado defensor de ex ministros de su padre como Galo Ponte y continúa su vida apacible y merecida.
Ante los devaneos de la II República comienzan sus inquietudes y funda el MES-FE al lado de ideólogos como Sánchez Mazas, militares bragados como Ruíz de Alda o desencantados del régimen como García Valdecasas. Su discurso en el Teatro de la Comedia le ensalza a esa categoría que, como define Pepe de las Heras, acabará con su imagen del hombre al que todos convirtieron en mito.
Y es cuando, tras el asesinato de Matías Montero, el 9 de Febrero de 1934, seis días después firma la fusión con las JONS y abandona, según él mismo proclama, su vida mundana. José Antonio no tiene el mismo discurso en el Teatro de la Comedia que, dos años después, en el cine Madrid o en el cine Europa. En ese lapsus de tiempo ha asumido el discurso nacional-sindicalista y le ha adornado de esa prosa poética aderezada, pues las circunstancias lo requerían, de un tono pendenciero para demostrar quién es el que manda porque tiene la razón moral.
Sin un líder, las ideologías quedan huérfanas de implantación. Y José Antonio es el líder del nacional-sindicalismo. Todo lo demás, es parte de otra Historia.
Texto Extraído de la Conferencia