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Categoría: Artículos
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El 11 de septiembre de 2013, quince patriotas decidieron transmitir a la nación que todavía quedaba gente a la que la Patria le importa y que la unidad de España es algo muy serio, que ha costado mucho preservar. En el Madrid de esta España degradada, los separatistas celebraban en el Centro Cultural Blanquerna la Diada y ejercitaban su odio a España y a los españoles.

 

 

Esos quince patriotas interrumpieron un acto sedicioso. No agredieron a nadie, nada rompieron salvo desvencijar una puerta, pero mostraron, en nombre de todos, el orgullo de ser españoles. Tras décadas en que los patriotas han sido asesinados, heridos, masacrados, secuestrados, perseguidos privada y públicamente, en las que se ha enseñado y se enseña el odio a España y a los españoles en las escuelas de algunos de los territorios más queridos de la muy querida España, por fin, alguien plantaba cara y sobre los harapos grises de la mediocridad traidora del sistema se elevaban con los bellos atavíos del heroísmo.

 

Quizás no valoraron los riesgos que corrían en este sistema acanallado y cruel al poner en evidencia que del rey abajo todos son traidores y felones y van desnudos de dignidad y ahítos de inmundicia. Porque, de pronto, mostraron a la nación doliente y pervertida la evidencia: se conspira contra España con nocturnidad, alevosía y fondos públicos en la capital de la nación, que un día lo fue de un imperio, y hoy lo es de una casa de latrocinio en almoneda. Que décadas de tibieza y cesión nos han acostumbrado a la tibieza y a la mentira.

 

No nos engañemos, esta vergüenza de sentencia de un Tribunal Supremo sodomizado y pervertido hasta las heces por un sistema sin independencia, por un Consejo General del Poder Judicial parlamentarizado, la han puesto Mariano Rajoy y Soraya Saénz de Santamaría pactada con los puigdemont y los rufianes en un sacrificio simbólico a la barbarie separatista: quince patriotas como chivo expiatorio de un pacto inmundo, con un código penal reformado por Alberto Ruiz-Gallardón para disciplinar a quien ose disentir de su casta traidora.

 

Les han querido destrozar la vida a esos quince héroes de España. Muchos padres y madres de familia que sólo interrumpieron un acto de la canalla separatista, mientras otras asaltan capillas como rameras insatisfechas y se las absuelve, porque en esta España, en la España de Rajoy y de Soraya, de la casta parasitaria, se concede más honor a los sediciosos que a Dios. Sé que los patriotas resistirán. Que el Dios de los Ejércitos les concederá la fortaleza en esta adversidad inmerecida, cuando la medalla que se concede al patriotismo cabal es la cárcel. Pero su mensaje ha llegado. Lo que han sembrado no ha caído en tierra estéril. Esa España a la que ellos han demostrado tanto amor, a la que no han querido ver rota, a la que no han soñado aureolada de cierta grandeza, sobrevivirá a sus verdugos, que tendrán que responder de sus sucias traiciones, de sus inmundas sentencias.

 

Tenemos ya un motivo más para perseverar en la lucha: liberar a estos quince patriotas. Con ellos tuve el honor, que rememoro con orgullo, de recorrer las calles de Madrid protestando contra esta mierdocracia de traidores. Hay que luchar, más que nunca, por el reconocimiento agradecido a estos quince patriotas en una nación regenerada y resurgida.

 

Homenaje a los quince héroes de Blanquerna. Nos han dado ejemplo, nos han enseñado el camino. Español: son soldados de España. ¡Viva España!

 

Enrique de Diego

Manifestación patriótica en Madrid. /Foto: Xavier-rius.blogspot.com.