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En alguna ocasión les he dicho que a veces la anécdota resume, refleja y expresa mejor que el más brillante discurso la categoría. Lo ocurrido este viernes en el barrio madrileño de Tetuán es, sin duda, una anécdota, que no hubiera tenido mayor importancia, no hubiera ocupado portadas de periódicos si no fuera por eso, porque es un icono perfecto, todo un símbolo de lo que han supuesto para España y el pueblo español las últimas cuatro décadas de democracia progre-liberal. Unos títeres de carnaval para niños pequeños con vivas al terrorismo de ETA, jueces y monjas ahorcados, y una encendida defensa del aborto.

 

 

 ¿Cabe mejor definición de la ideología imperante en nuestro país durante los últimos cuarenta años? La compañía de titiriteros revolucionarios y antisistema que actuaron este viernes, contratados por la podemita Manuela Carmena, ya habían actuado en la capital de España en 2014, con la pepera Ana Botella como alcaldesa. ¿Observan el hilo conductor? Nada de esto hubiera ocurrido, ni Podemos sería hoy más que un grupo de consumidores de botellón en alguna plaza, ni veríamos a terroristas de ETA sentados en el Parlamento y por tanto nadie se atrevería a escribir "Gora ETA" en una función de teatro infantil, no se habría asesinado a más de un millón de españoles a través del aborto legal, no estaría España a unos meses de su ruptura definitiva por el separatismo catalán, nada de todo esto habría pasado si la Transición no se hubiera hecho como se hizo, y si no hubieran tenido marxistas y ultraliberales el mando de nuestras vidas durante cuatro largas décadas.

 

 Lo de hoy es consecuencia del ayer, indudablemente. Y por mucho que nos indigne, es normal que un partido como Podemos contrate a titiriteros como los que el viernes fueron detenidos por la policía. Completamente normal. Está en su ADN. Son revolucionarios, tienen espíritu totalitario, aborrecen la democracia liberal porque son anticapitalistas, y aplauden a los que más duramente han atentado contra ella, que son los terroristas de extrema izquierda, la ETA. Todo tiene una lógica aplastante. Todo, menos que Ahora Madrid haya recibido cientos de miles de votos de vecinos nuestros, y que el partido que ha dado cobertura a la actual alcaldesa haya conseguido más de cinco millones de votos el 20 de diciembre. La extrema izquierda radical anarcoide los quiere así, como Pablo Iglesias, desde bien pequeñitos, para que cuando son más mayores sepan exactamente lo que tienen que hacer para reventar la paz social, la convivencia y los pocos valores que nos queden para entonces. Pero de todo esto, insisto, la culpa la tiene quien la tiene; los que han permitido la degeneración progresiva de una España en la que la Fe católica, la mejor tradición y el respeto a la familia tradicional ocupaban el espacio y el tiempo que hoy tiene esta mugre inmunda, esta oda constante al relativismo y a la basura moral.

 

A todo esto, Pedro Sánchez sigue deshojando su margarita. Felipe VI, ese rey al que todos creíamos mejor que su padre, le ha encargado que forme gobierno, y el guapo secretario general socialista coquetea con unos y con otros, y se deja querer, porque sabe que, de una manera o de otra, estará en La Moncloa al menos durante unos meses. Es un dignísimo sucesor de los anteriores inquilinos del palacio, de eso no cabe duda. Ahora aparenta que quiere sacar a bailar a Albert Rivera, porque le conviene destensar un poco la situación. Tensión-distensión, tensión-distensión. Pero el pacto verbal, y el que se está cocinando por detrás de los focos informativos, es con Podemos. Naturalmente. Desde el 20 de diciembre, Sánchez sabe que Iglesias y sus compinches le van a hacer presidente. Al precio que sea, porque lo único que ansía es el poder. Y tendremos el añorado Frente Popular, añorado por tantos miles de compatriotas que no han leído un libro en su vida, que no saben lo que aquí ocurrió en la Segunda República, que no han oído hablar de Katyn, ni de Paracuellos, ni de los campos de concentración rusos, ni de la dictadura cubana, ni del hambre que ya están pasando los venezolanos...

 

No saben nada, y si alguno lo sabe, es tan fuerte el odio, el rencor, la maldad de su nefasta ideología que son capaces de disculparlo todo. Cualquier cosa. Hasta la mayor aberración. Hasta poner delante de unos niños de 3 y 4 años unas monjas ahorcadas, unos abortos consumados y un cartel de Gora ETA. Para este tipo de gente, conviene que lo sepamos todos, no hay límites para la barbarie.