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Una de las cosas buenas que dejó para España el régimen que nació hizo ayer 79 años es el indiscutible y trascendental sentido de la unidad nacional. Unidad de destino en lo universal, diría José Antonio, para expresar algo que todos los patriotas tenemos claro: no se negocia con lo que tanto esfuerzo costó conseguir. Se podrá discutir la forma de Estado, se podrá discutir incluso la forma de organización de ese Estado. Lo que no puede discutirse de ninguna manera es que España, desde al menos el siglo V, ha sido, es y seguirá siendo una.

 

 

 

Pero, como he dicho varias veces en este programa, unos por acción y otros por omisión, unos porque odian a España y otros porque no la aman tanto como para defenderla, lo cierto es que estamos a pocos meses para que cristalice en algo real las amenazas que desde hace meses viene lanzando el ínclito Artur Mas contra esa sacrosanta unidad nacional que antaño era indiscutida. El mandarín separatista quiere convertir las elecciones regionales del 27 de septiembre en un plebiscito que avale la independencia de Cataluña.

 

 

 

El disparate no puede ser mayor. Cataluña sería la Grecia de Syriza sin el resto de España. Se arruinaría económicamente y no sería aceptada como socia de la UE. Y España sin Cataluña simplemente no sería España, porque como les he dicho alguna vez, no puede entenderse un cuerpo sin todos sus órganos. El dislate de Mas ha sido tan inconcebible y ridículo que hasta su antiguo socio, Durán Lérida, se ha echado las manos a la cabeza, llamando a no seguir por esa senda.

 

 

 

Pero también sabemos que los malos, si no se ponen los medios para frenarlos, reducirlos o reconducirlos, terminan por hacer reales sus desmanes. Un Gobierno que, sabiendo que existe ya una convocatoria real de elecciones a las que se quiere dar carácter plebiscitario, sabiendo que ese tipo de convocatoria atenta de manera directa contra la Constitución, y que sigue cruzado de brazos, sin hacer nada efectivo, mandando al pobre ministro de Justicia a que haga declaraciones conciliadoras, es un Gobierno que crea inseguridad y frustración. Incluso, cabreo.

 

 

 

Ya no sirve contemporizar. Se han acabado las excusas. Ya a la cobardía hay que llamarla así, cobardía, y no prudencia, ni sangre fría, ni moderación. Ya no cabe permanecer callados, inertes, ante esta avalancha de traición que amenaza con romper nuestra amada Patria, volando de paso las bases de nuestra convivencia en paz. Ni Arriola, ni los mejores asesores políticos del mundo merecen ser escuchados si lo que van a proponer a Mariano Rajoy es que continúe siendo una estatua de sal. Y si el presidente no es consciente de la gravedad de este momento, serán los ciudadanos los que se lo hagan entender. 

 

 

 

Y por cierto, dicho sea esto con el mayor de los respetos a Su Majestad el Rey. Pero tampoco basta con poner el gesto serio cuando se recibe al gran jefe de los sediciosos. No basta con fruncir el ceño para mostrar contrariedad, y que las fotos reflejen frialdad y no empatía. Ya el tiempo de los gestitos también pasó, Majestad. Ahora ya es el tiempo de los hechos. Y si el Rey no puede hacer nada al respecto porque se lo impide la Constitución, sí podrá, al menos, hacer notar al Ejecutivo cuál es su obligación. Todo, insisto, cualquier cosa, menos seguir esperando de brazos cruzados a que no pase nada. Como siempre.

 

 

 

Cuando uno jura una bandera, cuando uno jura o promete un cargo público, cuando se pone la mano sobre la Biblia o se inclina la cabeza ante la enseña nacional, lo que se está haciendo es adquirir el compromiso implícito de garantizar que esta nación, llamada España, se mantendrá unida como hasta ahora. No digamos nada en el caso de un militar o de un miembro de las Fuerzas y Cuerpos de Seguridad del Estado. Se acabaron las hipocresías. Los que han jurado y prometido tienen que cumplir lo acordado. España es responsabilidad de todos los españoles, y no vamos a permitir que sus enemigos la destrocen. También en esto, como en otras cosas, el pueblo irá por delante de sus dirigentes.

 

 

 

Y pregunto desde ya a los oyentes de Sencillamente Radio: ¿ha llegado el momento de suspender la autonomía de Cataluña?

 

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 Rafael Nieto es el director del programa de debate “Sencillamente Radio” de Radio Inter de Madrid (programa que se emite todos los domingos de 08:30 a 11:30 horas en esa emisora en el 918 de AM, 93,50 de FM e Internet: http://www.gaceta.es/oir-radio-inter ), y en el que participan habitualmente distintos militantes del Sindicato TNS. 

 

La intervención de Jesús Muñoz en este programa la tenéis en el siguiente enlace:

TNS en la Inter

 

http://www.sindicatotns.es/index.php?option=com_content&view=article&id=339:el-sistema-no-va-a-evitar-la-independencia-de-cataluña-¿y-tu-intervención-de-jesús-muñoz-en-radio-inter&catid=11:tns-en-la-inter&Itemid=107