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Categoría: Artículos
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Me han llegado noticias esta semana de que en algún medio de comunicación se está poniendo en práctica una curiosa estrategia: la contratación de becarios con salario negativo.

 Los becarios, jóvenes a punto de licenciarse que realizan prácticas pagadas en las empresas del ramo, son una figura que, tras la Reforma Laboral, ha ganado peso en nuestros medios de comunicación. Tradicionalmente, con un sueldo más bajo, los becarios iban deambulando por las redacciones y buscando la oportunidad de dar a conocer sus méritos. Aprendían el oficio desde dentro, codo a codo con los redactores y profesionales de dilatada experiencia. Poco a poco, iban tomando partido en la vida de la redacción y, finalmente, demostradas aptitudes y actitudes, podían ser reclamados por el medio en cuestión para engrosar las filas de la plantilla.

 El problema estaba en las competencias que se delegaban a los becarios. He llegado a ver a imberbes muchachos recién salidos de la facultad de periodismo dirigiendo los programas de máxima audiencia de emisoras no muy importantes mientras sus jefes, aquellos que tenían la responsabilidad de hacerlo, se reunían con empresarios para conseguir algo de publicidad. Todo es necesario, ciertamente, pero estas no son las formas. Por este tipo de trabajos llegaban a cobrar hasta 100€ mensuales, cantidad que, obviamente, no les daba ni para pagar el transporte al centro de trabajo. Era una forma barata de conseguir empleados. Se eliminaban redactores, se llegaba a un acuerdo con alguna universidad y se nutría semestralemente la redacción con nuevos trabajadores sin ninguna experiencia. Nadie se preocupaba de enseñarles el oficio porque se sabía que en seis meses abandonarían la redacción y vendrían nuevos operarios. ¿La calidad? No, nadie se preocupaba de eso, claro. Desde las empresas de comunicación se decía que era una forma de dar la alternativa a los jóvenes y que debían estar encantados de poder, con tan pocas horas de vuelo, conducir un espacio de máxima audiencia. Flaco favor porque los fallos también eran en máxima audiencia. En realidad lo que se perseguía era abaratar costes de producción eliminando nóminas, una forma de rapiña de dudosa eficiencia.
 
La vuelta de tuerca estaba por llegar y ya se práctica, según me cuentan. Esta nueva modalidad de becario, en lugar de cobrar un bajo salario por un trabajo en prácticas, paga por poder hacer ese mismo trabajo. Las empresas lo camuflan como cursos de formación (algo tan de moda en estos tiempos) y les cobran una cantidad para poder sentarse al lado de maestros que no lo son en absoluto. 100€ por poder compartir habitación con Fulano o con Mengano, por poder ser visto, oído o leído, por aprender el oficio del indeseable que lleva a cabo estas prácticas carroñeras. Eviten en la medida de lo posible que sus hijos caigan en manos de esta gente porque, ni aprenderán nada, ni lo que aprendan servirá para dignificar un oficio por lo demás bastante devaluado.

 En esta semana de presentación de programas económicos me pregunto cuántos de nuestros políticos, de los que tienen el culo pegado al escaño y de los que aún no han tocado pelo, se estarán frotando las manos ante la posibilidad que brinda nuestro sistema liberal de conseguir esclavos a tan buen precio.