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Mariano Rajoy y José María Aznar.

 

La mediocridad de los tiempos que nos ha tocado vivir, y de sus protagonistas políticos, hace que las viejas glorias, aunque presenten en sus currículos más sombras que luces, enseñen la patita de cuando en cuando, en la seguridad de que, con poco que hagan, volverán a ocupar las más altas responsabilidades. Ha pasado en Francia, donde Sarkozy ha vuelto para intentar recomponer una derecha moderada que simplemente se ha volatilizado, o en Grecia, donde al margen de lo que ocurra hoy, tuvo que volver Papandreu a dar oxígeno al socialismo moderado. 

 

 

El viernes, reapareció Aznar para abrir la Convención Nacional del PP, con el recuerdo del vigésimo aniversario del asesinato de Gregorio Ordóñez a manos de ETA, y unas horas antes de que la AVT convocase a miles de personas en Colón para reprochar a Rajoy el incumplimiento de su programa electoral en lo que tiene que ver con el terrorismo etarra. Cada que ver que abre la boca el ex presidente del Gobierno se arma la marimorena, porque habitualmente se atreve a decir cosas que ya casi nadie dice en su partido; bien porque no creen en ellas, bien porque Arriola se las tiene vetadas.

 

Aznar no tiene una ideología muy distinta de la que puedan tener Rajoy, Esperanza Aguirre o Soraya Sáenz de Santamaría, por ejemplo. Pero por su carácter, y sin duda porque se sabe autor de ocho años de gobierno que probablemente hayan sido los menos malos de la actual democracia, suele presentarse ante la opinión pública como un activo sin usar por parte del PP. Como una especie de as en la manga de Génova que, si hiciese falta y cuando hiciese falta, estaría dispuesto a regresar, como han hecho Sarkozy o Papandreu, para intentar ser de nuevo candidato a La Moncloa.

 

El discurso de Aznar molestó a Rajoy, Cospedal y Floriano. No están acostumbrados a que les lean la cartilla, y el ex presidente volvió a hacerlo. Sus palabras gustaron mucho a las bases del partido. Objetivamente, se lo ponen bastante fácil para triunfar. Teniendo en cuenta que Rajoy es un hombre de plasma cuya ideología equivale a "la nada", a Aznar le bastan algunas afirmaciones tajantes y tres o cuatro alusiones a la ley, la unidad y el compromiso para despertar una ola de aplausos. Al hablar de Cataluña dijo: "ni órdagos, ni secesiones, ni chantajes". Una frase que jamás ha pronunciado el actual presidente del PP.

 

Rajoy presenta cifras y números que supuestamente avalan una buena gestión: se reduce el paro (si bien gracias a contratos temporales y de muy baja calidad), crece el PIB más de lo previsto y hay indicadores, como el número de turistas internacionales en 2014, que resultan al menos esperanzadores. Sin embargo, muchos votantes del PP no se conforman con eso. Quieren mucho más que una gestión de la economía algo mejor que la que presentaron Zapatero y sus amigos. Quieren una política de principios, capaz de frenar los proyectos totalitarios del PSOE y de Podemos.

 

A Aznar podemos echarle en cara algunos errores de bulto en sus dos legislaturas como presidente, además de no hacer algunas cosas que nos hubieran evitado muchos problemas de hoy. Pero, en la insustancialidad liberal, cuyo exponente máximo es "Mariano el del plasma", Aznar es capaz de decir algunas verdades que ya casi están en peligro de extinción por políticamente incorrectas. Es una especie de eslabón perdido entre el discurso inane de los actuales mandatarios del PP y lo que podría ser un discurso patriota como nos gusta a algunos. Es un café descafeinado, sí, sin duda; pero lleva algo de café. 

 

Y hoy pregunto a los oyentes de Sencillamente Radio: ¿vería Vd con buenos ojos que Aznar volviera a presentarse como candidato a la presidencia del Gobierno en un futuro?

 

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Rafael Nieto es el director del programa de debate “Sencillamente Radio” de Radio Inter de Madrid (programa que se emite todos los domingos de 08:30 a 11:30 horas en esa emisora en el 918 de AM, 93,50 de FM e Internet: http://www.gaceta.es/oir-radio-inter ), y en el que participan habitualmente distintos militantes del Sindicato TNS.