Un año más, vuelve la famosa Gala de los Goya, ya saben, los premios del cine español, y con ella el habitual espectáculo televisivo, groseramente politizado y utilizado por la izquierda, que por supuesto la televisión pública nacional emite (lo hará esta noche) como si fuera un verdadero acontecimiento nacional.
La cosa consiste, más o menos, en una serie de intervenciones chuscas, con un presentador y presentadora de la más rancia izquierda pero, eso sí, con el gracejo tan típico de nuestro tiempo, y después una ceremonia, por lo general aburridísima y sin el más mínimo atisbo de imaginación, donde subvencionados directores de subvencionadas películas reciben subvencionados premios que todos los españoles hemos pagado por lo menos una vez, y en muchos casos dos.
Porque díganme ustedes: si yo monto mañana una tienda de frutos secos y no me va bien, a pesar de que los frutos secos tienen propiedades mucho más beneficiosas para la salud que una peli de Almodóvar, ¿me dará el Gobierno alguna pequeña subvención, unas pesetillas, para que pueda remontar el vuelo? Está claro que no. Bien lo saben los miles de pequeños y medianos empresarios que se han arruinado en esta crisis y no han recuperado ni un euro de su inversión inicial.
Bueno, pues sepan que la industria del cine español, por hacer y para hacer ese bodrio infumable de esperpentos a los que ellos (directores, actores y algún crítico) llaman "cine", va a recibir graciosamente de nuestro Gobierno liberal y progresista del PP la nada desdeñable cifra de 64 millones de euros. Para los que aún no se hayan familiarizado con la moneda común, se lo traduzco: más de 10.500 millones de pesetas, de los que ya han recibido 22 millones de euros, casi cuatro mil. Y todo para hacer películas (sic) en las que, invariablemente, las características principales son: la zafiedad en el vocabulario, unos guiones lamentables con historias que nadie en su sano juicio puede digerir, y por supuesto escenas de pornografía cutre que revelan una lamentable búsqueda de público fácil, que es el público "salido".
Cuando en mis pocos ratos libres veo aunque sea unos minutos de alguna película clásica, de mediados del siglo pasado, con esos guiones maravillosos, ese vestuario y esa fotografía, aquellas bandas sonoras inolvidables, aquellos actores de presencia impecable y de perfecta dicción..., ¡aquello sí era el cine! Esta basura española de los almodóvares y compañía por la que nos intentan cobrar dos mil pelas de las de antes en las salas de cine (que, por ese precio, dan ganas de comprarse sólo las palomitas y la cerveza, y darse un paseo por la calle), ni es cine, ni es nada. Y desde luego, es una absoluta vergüenza, insisto, que las estemos pagando dos veces: primero con los impuestos, y luego, los ingenuos o masoquistas, también en las salas con su entrada.
Este año además, el ministro Wert, poniendo la excusa de que tiene que madrugar mañana para estar en Londres, ha decidido no asistir a la catarata de insultos con los que la progresía cinematográfica le suele regalar todos los años. Se ve que, en este caso, sarna con gusto sí pica, y don José Ignacio ha preferido ver la gala en casa, en pijama, donde al menos, aunque te insulten, están a salvo de algún tomatazo. Porque éstos, los progres del cine, son muy capaces de liarse a tomatazos esta noche con cualquiera que les huela a Partido Popular, en pago agradecido, sin duda, por la generosa lluvia de millones procedentes de nuestros bolsillos. De los bolsillos de los que sí trabajamos.
El asunto, por más que proceda de la farándula, no deja de ser una fotografía casi perfecta del penoso país que tenemos ahora mismo: gobierna la derecha, pero manda la izquierda. O sea, como casi siempre en España. De nada sirven las promesas en la oposición, ni los supuestos aires nuevos, ni los principios liberales que parecen querer curar los excesos del marxismo rampante. La izquierda amenaza en la calle, la izquierda amenaza en los medios, ahora también en internet, y los populares de Rajoy sueltan la guita y aguantan el chaparrón para que quede bien claro que están en el Gobierno sólo temporalmente y con perdón, porque el poder, lo que se dice el Poder con mayúsculas, naturalmente y por supuesto es siempre de la rojambre hispánica.
Así es que ya saben: a los que no les guste Estudio Estadio y no tengan que acostarse temprano para ir mañana a ganarse el jornal con el sudor de la frente, tienen esa bonita gala de los Goya en la Primera, con caspa por toneladas, chistes fáciles, milagro que no alienten un 15-M o un barrio del Gamonal, Loles León que es la Rita Hayworth que nos merecemos, Javier Cámara que es el Cary Grant que las señoras soñaron alguna vez, y naturalmente, insultos, descalificaciones y toda suerte de improperios a los católicos, a los curas, a los patriotas y a los que, en general, no necesitamos una subvención para ganarnos la vida.
Es la cultura de la democracia española por la que tanto hemos luchado y que, por fin, después de décadas de ominosa represión, nos hemos dado todos los ciudadanos. Ni más ni menos que lo que nos merecemos por lo que somos y por lo que votamos.
Y la pregunta que hoy hacemos a los oyentes de Sencillamente Radio: ¿se equivoca el Gobierno del PP al seguir dando dinero de nuestros impuestos al cine español?
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Rafael Nieto es el director del programa de debate “Sencillamente Radio” de Radio Inter de Madrid (programa que se emite todos los domingos de 08:30 a 11:30 horas en esa emisora en el 918 de AM, Internet: http://www.intereconomia.com/oir-radio-inter ), y en el que participan habitualmente distintos militantes del Sindicato TNS.
Este que acabáis de leer es uno de sus editoriales en ese programa
Todos sus editoriales los podéis encontrar en el siguiente enlace de nuestro foro TNS http://tns.mforos.com/1022048/10861765-editoriales-de-rafael-nieto-en-sencillamente-radio/