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Desde una perspectiva personal y completamente racional voy a matizar en el factor social de nuestro movimiento falangista que sirva tanto como referencia o guía, como una opinión de la que espero sirva para reflexionar.

 

Nacimos como un movimiento alejado de este sistema convencional que rige en la mayoría de sistemas de gobierno como es una democracia liberal por lo que no estamos alineados ni a derechas ni a izquierdas. La izquierda es antinacional y la derecha antisocial, como iré desarrollando más adelante. Desde la perspectiva falangista se edificó hace años un modelo socioeconómico denominado NacionalSindicalismo el cual se rige como una alternativa al capitalismo y al socialismo en cualquiera de sus ramas que esté ideológicamente establecido en la izquierda.

 

 El componente Nacional de Falange Española se eleva hacia una justa simbiosis entre la reivindicación de una España fecunda en Historia, Tradición y Cultura de nuestra Nación a lo largo de los siglos y una reafirmación de principios y valores cristianos como la justicia y la solidaridad impresa en nuestro ideario. Alejados de la derecha conservadora (que por cierto ya no existe al haber sido absorbida por la liberal) en su relación con el trono y el altar porque consideramos que no se puede hablar de patriotismo si este no va acompañado de una vocación de servicio que atienda a las preocupaciones de sus ciudadanos.

 

Aquellos partidos políticos, otrora declarados conservadores, estaban en las antípodas de nosotros los falangistas porque nuestro concepto de tradición está vinculado a la justa defensa de los intereses del mundo obrero. He de  detenerme aquí para  dejar claro esto con el fin de  evitar fisuras posteriores alimentadas por errores de interpretación.

 

A su vez nos distanciamos de la derecha liberal y la izquierda nacional "jacobina" por capitalistas antisociales y antinacionales ya que a instancias de haber asumido estos, este sistema democrático alardean del hecho de inmiscuirse en las cuestiones nacionales para generar en el ideario colectivo el desarraigo hacia su país y la tierra que lo vio nacer. Una España federal como una España centralista que permita comunidades autónomas, son dos formas de descomponer nuestra nación ya que tanto por izquierdas o por derechas les prima lo liberal y progresista por encima de España. Y en cuanto al comunismo que es definido como socialismo científico en contraposición al utópico (socialdemócrata), son una amenaza para las naciones ya que consideran patriotismo como un capricho burgués que el capitalismo pone en marcha para defender sus privilegios de clase, cuando realmente el nacionalismo, el amor por nuestra Patria, es el sentimiento puro que aflora en cada uno de nosotros. El nacionalismo liberal y burgués es el que se escucha debatir en el congreso de los diputados, falaz y reaccionario, mientras que el nuestro es el de la calle, más íntegro ya que nos hiere cuando se habla de disgregación de territorios y se ofende a nuestro País.

 

 Hay que recordar tiempos pasados de la II República, cuando se elaboró el Estatuto de Cataluña, que las izquierdas lo vieron plausible argumentando que es de justicia, cuando en la práctica parece del todo reprochable que siendo anticapitalistas apoyen los privilegios de un territorio sobre otro porque no nos engañemos, el privilegio de considerar nación a Galicia, Vascongadas y Cataluña, no influye en sus habitantes. sino en el enriquecimiento de los aristócratas burgueses propietarios de empresas que ambicionan poder y prestigio distanciándose de las clases obreras relegando a éstos a barrios periféricos.

 

En cuanto a la cuestión religiosa arraigada a nuestra Patria, es del todo imposible combatir en este sistema una contundente defensa de valores cristianos ya que con el advenimiento de la transición, tras la época del régimen franquista, se borró literalmente todo lo que tratase de un orden moral y social voluntad de todo cristiano no por ser del franquismo, sino que en ningún sistema liberal toma presencia ningún partido político de matices católicos porque esto implicaría ser apartado del ambiente que se respira en estos espacios progresistas siempre favorables a "los derechos y a las libertades", abusando y desnaturalizando el concepto de justicia social que en manos inapropiadas es un peligro. 

 

El componente social que desde Falange defendemos viene definido en el mencionado Nacionalsindicalismo que une lo anteriormente expuesto, en su cobertura patriota, con la teoría y la materialización de todos los elementos que proponemos en la única dirección de poner en valor y proteger al obrero.

 

Nos distanciamos del capitalismo porque usa al obrero como mercancía que lo obliga a ir a su trabajo con la pretensión de producir beneficios para la empresa, y a posteriori la economía del país, bajo la consideración de ser una herramienta más de trabajo sin más recompensa que un jornal que en la mayoría de los casos es insuficiente para afrontar la carestía de la vida. 

  

Para los Falangistas, el obrero es quién produce el capital en virtud a su esfuerzo que por medio del trabajo manifiesta y no como piensan los empresarios capitalistas que se otorgan el mérito de crear trabajo cuando el trabajo es el esfuerzo que se emplea para producir. Nos alquilan por unas horas a cambio de un salario pésimo que es el resultante de pensar qué cantidad nos conviene para vivir y qué beneficios les deja la plusvalía. Patronal y sindicatos, en su lucha de clases, nunca terminan con el enfrentamiento, pues mientras los medios de producción permanezcan en manos privadas siempre dependerá de los vaivenes que sufre  la economía y así lo vemos cuando en nombre del capitalismo y su libre comercio de bienes y servicios enfrían la economía, cuando sube el IPC, suben los tipos de interés y aumenta el paro. Todo para que la inflación no les perjudique y como veis "la banca siempre gana".

 

Por otro lado, desde el marxismo, leninismo y su vertiente moderada socialdemócrata, sea desde sus diferentes tipos de perspectiva, ven al obrero como el que produce la riqueza (capital) en beneficio comunal. Queda atrás en mera palabrería comunista eso de "el campo es para quien lo trabaja", ya que el obrero nunca es dueño  de lo que produce. Evidente es el que por encima están los demás que uno mismo.

 

 Los Falangistas lo tenemos claro sin demagogias ni sofismos edulcorados cuando ha de pronunciarse hacia la población:

 

El obrero es portador de unos atributos admirables ya que de él o de ella depende la fluidez económica del país y por tanto como católicos vamos más allá de ver a los obreros en su conjunto profundizando en la persona, la cual prevalece todo respeto y protección por parte del Estado quien debe asegurar la dignidad y justicia social en cada persona. Es vital la motivación personal de sentirse de modo equitativo con el empresario, ya que junto a los técnicos son considerados productores. El sindicalismo revolucionario de Falange emana en una estructura sindical por  gremios algo similar al corporativismo y bajo la protección de  cooperativas crediticias de tipo estatal bloquea todo interés y usura. La plusvalía generada va a manos del sindicato que será invertida en el sector haciendo partícipe al obrero de los beneficios. Toda duda sobre esto les  invito a la lectura del Manifiesto Sindicalista que obviamente se desarrolla mucho mejor que mi esbozo en estas líneas.

 

 Los falangistas incidimos en que se deben cubrir las necesidades básicas de los productores y que tras su esfuerzo sean retribuidos conforme a la dignidad con un salario familiar que garantice, no una vida de lujo, sino un sosiego que garantice la posibilidad de seguridad y estabilidad incluso de ahorro y no la subsistencia bajo paupérrimas condiciones. El derecho a la propiedad privada es innegociable como el respeto a la propiedad comunal. Esto viene a modo ejemplarizante con el acceso a viviendas de protección oficial que se pusieron en marcha en tiempos de Franco, desde La Falange se había provisto, así como con la labor de la sección femenina, la obra social conocida por Auxilio Social así como los programas encaminados a cultivar una juventud sana y rica en valores (aquella conocida como OJE). Pero mientras los medios de producción estén en manos de clases privilegiadas que se desentienden de los humildes y suframos la inmundicia que predica el progresismo liberal, no conseguiremos avanzar nunca pues han colonizado las mentes de la mayoría haciéndolos susceptibles a  sensibilidades que por inocuas son tomadas como importantes en el imaginario colectivo, que es acuñado como relativismo moral o ingeniería social dirigida al laxismo por encima del respeto y la lealtad, por encima de la familia con menoscabo de su importancia, y la propia libertad, que cada vez es más violada sujeta al imaginario colectivo de lo políticamente correcto.

 

Carlos De San Lázaro Campos