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Hay un resorte, un aliado excepcional, con que la conciencia operante en las juventudes cuenta para el surgimiento de una revolución nacional. Este resorte adquiere la designación de masas, de las cuales también carecemos en esta época de pobreza y estrechez.

Lo que ahora se desliza en la vida política -si acaso mereciese llamarse vida- toma forma bajo el nombre de mayorías. Las mayorías no son mas que un valor de mero carácter cuantitativo, una cifra numérica para medir la cantidad de adeptos con que cuenta el partido triunfador para ejecutar sus técnicas de leguleyo bajo el amparo de ese divinizado número. Así, no puede asignarse a esta otra tarea diferente a jugarse los destinos españoles a la libre discusión, al puro azar. Las mayorías no sirven mas que para cambiar el color de la gobernación, proclamar en nombre de la estupidez y de la voluntad humana un nuevo partido que realice desastres nuevos en la Patria.

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¿Quién en estos días de “crisis del coronavirus” no ha escuchado o utilizado frases como «cuando esto acabe», «cuando termine todo esto», «cuando esto pase», para soñar o especular con lo que hará ese esperado día, e imaginar ese futuro ansiado como el que fantasea con lo que haría si le tocara el gordo de la lotería?

Pues siento comentarte, estimado y confinado lector, que ya hay mentes pensando desde el inicio de “todo esto” también en ese día después (y que cobran por hacerlo) para, una vez más, reconducir la situación al punto y condición donde ellos quieren que se reconduzca, así que salvo que te lo propongas concienzudamente, desgraciadamente te verás inducido a hacer lo que ellos quieren que hagas.

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Hace poco más de 40 años fabricábamos de todo: barcos, aviones, trenes, camiones, coches, electrodomésticos…teníamos una Industria pesada estupenda, unas magníficas industrias textiles de cuero y calzado, etc… Y ahora no sabemos fabricar mascarillas o trajes sanitarios y tenemos que importar del extranjero, y parece que además tenemos que devolver lo adquirido por defectuoso debido a que los compramos en mercados-gangas, según nos cuenta la “ministro” androide de asuntos exteriores. Si son gangas en lugar de ser “más-carillas” serán “más-baratillas”.

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A Salvador -nombre poco apropiado para el ministro de sanidad- señor Illa, si tenemos en cuenta la nefasta gestión que está realizando al frente del citado Ministerio, mejor tendría que llamarse “Juan Simón el Enterrador” como el protagonista de la copla de los años 30 del siglo pasado; Con el máximo afecto a todos los que sufren tan criminal pandemia.

DE LOS PROTOCOLOS DE SIÓN- (Basilea 1897): ” Todo el que quiera gobernar tiene que recurrir al engaño y a la hipocresía. Nuestra divisa debe ser fuerza e hipocresía, sólo la fuerza es la que da la victoria en política, sobre todo cuando se oculta con talento. La violencia debe ser un principio, el engaño y la hipocresía una regla”.

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En la primera mitad del pasado siglo se "perdieron" millones de vidas a causa de las guerras. Si alguien lograse realmente demostrar que esos millones de muertos fueron sacrificados en vano, atendiendo a causas estúpidas o de importancia reducida, si alguien lograse verdaderamente culpar a un solo hombre, a su locura o ambición, de arrastrar a todo un pueblo hacia la destrucción por una vaga ilusión idílica y sin sentido, entonces, en ese mismo momento en que se demostrase, dejaría de escribir este periódico, dejaría de vivir por lo que vivo. Como si esta demostración ya se hubiese dado, surgió en Europa un germen que contaminó silenciosamente a todos sus hombres y a todos sus pueblos; surgió el pacifismo, y su espectáculo, cuando se observe desde lejos, tras el transcurso de las décadas e incluso los siglos, será visto como la mayor ofensa y como el mayor desprecio hecho jamás a tantos caídos en nombre del más noble ideal; fortalecer a sus patrias y liberar a sus pueblos.