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Categoría: Artículos
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Todavía tras el atentado en Barcelona, habrá quién siga tildándonos de alarmistas o apocalípticos en referencia a nuestra visión del islamismo radical.

 

Quién trata de comparar el islamismo radical con el "cristianismo radical" yerra por ignorancia o por maldad. Los más radicales de los islamistas tratan de llevar al pie de la letra una yidah a espada y fuego predicada por su profeta. Un cristiano radical lleva el amor enseñado por el Mesías hasta sus últimas consecuencias, estando dispuesto a sufrir martirio y morir perdonando a sus verdugos. El cristianismo, a diferencia del islam, no necesita de la coacción de los gobernantes para prohibir la conversión o perseguir a quienes predican su Fe, como sí se hace en los países islamistas. La Verdad no se impone con la espada sino con el amor, la razón o el ejemplo.

 

 

Cuando el Papa dice que el islam es una religión de paz, debe ser una declaración de intenciones propia, debe desconocer la opinión de los cristianos que viven rodeados de islamistas. Y queriendo acercarse a los perseguidores da la espalda a los perseguidos. Estos últimos se sienten además de desprotegidos, traicionados por una cúpula eclesiástica más atenta a las directrices del Nuevo Orden Mundial, que de su labor evangelizadora.

 

Cuando se renuncia a la evangelización, se renuncia al mismo Jesucristo, que dio claras directrices de una evangelización universal. Claro que no todo vale para evangelizar, como por ejemplo la coacción y la fuerza empleada por el Islam. Pero seguirán queriendo comparar a los radicales de la espada con los radicales del amor... Con el único propósito de confundir y crear una nueva religión basada en el respeto humano, adoradora del hombre y no de Dios. Buscando el sincretismo religioso que la masonería y la teosofía han tratado de divulgar con las diferentes sectas esparcidas por la Tierra.

 

El diálogo entre "religiones" está fracasado desde el inicio. Es obligado ese diálogo, encaminado a la convivencia pacífica y el respeto mutuo. Pero el primer paso sería obligar a los estados islámicos a respetar y dar libertad a elegir y cambiar de religión libremente. Mientras esa libertad no exista y mientras se persiga tanto a los conversos como a los que realizan una labor evangelizadora, no se puede desde los países de cultura cristiana abrir las puertas, y no sólo tolerar, sino además fomentar, una religión intolerante y que sólo se manifiesta pacífica ante la intención de infiltrarse en nuevos países. Con el tiempo muestra su verdadera cara, estamos pues alimentando la bestia que tratara de devorarnos en cuento tenga posibilidad. Eso es sabido por quienes tristemente cuentan con la experiencia de genocidios. Los armenios, los yazidies, los asirios... Saben lo que es sufrir la persecución por razones religiosas y aunque no cuentan con la propaganda mediática que utilizan los judíos con su tragedia de los años cuarenta, la dimensión de las otras persecuciones ha sido mucho mayor en número y en tiempo.

 

La convivencia pacífica y en libertad que promueve el "confederalismo democrático" de Abdulah Ocalam respetando y dando voz y voto a las diferentes etnias, religiones e ideologías es un ejemplo a seguir. Lejos de los marxismos incendiarios europeos, la tolerancia es real. Se puede vivir juntos aunque no revueltos, basta con una verdadera noción de verdadera democracia, donde el pueblo es soberano directamente desde el municipio, como base de poder. Y no desde partidos políticos transformados en clanes de poder y usando del servilismo a corporaciones y poderes imperialistas para perpetuarse en sillones desde los que expoliar al pueblo. La lucha de clases sustituida por la lucha de clanes, sufriendo como siempre los ciudadanos de base, preocupados por subsistir ante la dificultad.

 

El pueblo kurdo tiene en sus manos la ocasión histórica de dar una alternativa política global. La tercera vía alternativa del imperialismo capitalista y del marxismo totalitario. Ambos al servicio del liberalismo modernista aniquilador de toda tradición, identidad y espiritualidad. Donde lo único importante es la satisfacción materialista, la destrucción de la moral y ética necesaria para una convivencia constructiva y no aniquiladora del pueblo.

 

El pueblo kurdo, como pueblo guerrero que es, no se deja impresionar por el poder tecnológico o material, ni se vende a satisfacciones de modas pasajeras. El guerrero frente al burgués, el revolucionario frente a la autarquía, el pueblo contra las corporaciones, la acción contra los intelectuales, el martirio antes que la claudicación... Ese es el espíritu que me ha cautivado del pueblo kurdo, el pueblo de las montañas, de lo áspero contra la comodidad y la camaradería sobre la amistad interesada.

 

No sabemos ni cuando ni sí saldremos con vida de este combate. Lo que sí sabemos es que aprendimos lo pequeños que somos comparados a la grandeza de estos pueblos de las montañas. Con una cosmovisión propia no alienada a clichés establecidos, ni sometidos a ideologías ni prejuicios fracasados. Sabiendo que sólo defendiendo la identidad propia y el derecho a subsistir entre tantos imperialismos fagocitadores, como el persa, el turcomano o el árabe ... se puede tener voz y voto en esta región.

 

Abiertos a ideas nuevas pero cerrados a ser títeres de intelectuales o ideología de salón, sí, esos "intelectuales henchidos de pedantería, que no ven más allá de sus gafas de miope..."

 

Aquí se respeta las opiniones pero se valora el bagaje de quién opina, la dialéctica y la palabra deben ir avaladas por hechos, sin cicatrices de mil batallas de poco sirve la verborrea. Esto me gusta del pueblo kurdo, que no se deja impresionar, ni se somete a dictado extranjero alguno. Ni por fuerza militar, ni económica, ni intelectual. Están decididos a forjar su propio destino sea cual sea el precio a pagar. Pues en un mundo en ruina y carente de valores, aquí se sigue cultivando el valor del guerrero, la vía de la ética y la moral antes que del interés económico o el beneficio propio.

 

La libertad contra la opresión, la solidaridad contra la avaricia, la tradición frente a la modernidad y el paradigma propio sobre ideas superadas y decadentes.

 

 

 

Simón de Monfort     

(Desde el frente de batalla, en la lucha contra el DAESH) 

 

Aquí tienes su página de Facebook desde la que narra su gesta    

https://www.facebook.com/Apoyo-Voluntarios-Españoles-contra-DAESH-811409822301358/