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Llevaba mucho tiempo esperando la noticia y hoy por fin la he recibido. En base a ley de la MENTIRA HISTÓRICA habéis profanado la Cruz de los Caídos de Los Yébenes, mi pueblo, despojándola de todos sus símbolos. Esa Cruz representaba a ciento veintisiete personas víctimas del odio y de la sinrazón entre los que se encuentran mi abuelo y mis tíos los cuales no habían cometido más delito que ser católicos y españoles. Aurelio Marín González, Ricardo Marín González, sacerdote para más señas, y Castor Marín Marín. Ellos son la razón de mi orgullo.

  

Debéis pensar que así nadie más iba a enterarse de que hace ochenta años hubo una guerra que perdisteis y que hoy queréis ganar con vuestras falsificaciones y mentiras.

Y quizás hubiera pasado a la Historia como tantas otras, si no hubierais llegado vosotros con vuestro rencor y vuestro odio a reabrir viejas heridas, no dejando descansar a los muertos y trayendo dolor al alma de los vivos.

Durante muchos años unos y otros hemos podido vivir en paz , los que vivieron la guerra y los que no la vivimos. Hemos sido vecinos, amigos, o simples conocidos, he jugado en las mismas calles que vosotros, he ido a la misma escuela, he disfrutado de las tradiciones y costumbres de mi pueblo, orgullosa de pertenecer a él. Pero hoy habéis hecho que todo salte por los aires.

Borráis los vestigios de la Historia, de la verdadera. Ahora queréis poner una placa que reza "A todos los muertos de la Guerra Civil". Y es verdad que hay muertos de uno y otro bando, pero entre ellos en este caso hay una sustancial diferencia, unos son víctimas y otros verdugos.

Queréis borrar la memoria, pero solo matándome a mi podréis hacerlo.
Porque aunque yo no los pronuncie, en ella están todos y cada uno de los nombres de los que me robaron el amor y la compañía de los míos.


¿Queréis Historia? Pues empezad a contarla, con nombres y apellidos.
Preguntaos si entre esos nombres que yo callo están escritos con trazos ensangrentados alguno de los vuestros, si os podéis sentir dignos o por el contrario avergonzados.

Calláis vosotros también, unos por ignorancia, otros debo suponer que por vergüenza. Otros sólo seguís siendo dignos de una estirpe de cobardes, de esos que sólo osan amparados en la impunidad que les da un cargo o cuando sienten el aliento de otros cobardes como ellos.

Aún sola frente a todos me siento fuerte, con la fuerza que da el ejemplo de los que murieron por amor y no por odio.

 

Quizás os estéis regocijando en vuestra canallada, quizás note una sonrisa burlona en vuestro rostro cuando pase a vuestro lado, tampoco puedo esperar otra cosa .... es la hora de los enanos, de los insignificantes.

 

Pero aún más enanos e insignificantes que vosotros, son los que enterados de lo que sucedía, habéis sido incapaces de levantar ni siquiera la voz ante la injusticia que se estaba cometiendo.

Vosotros que señaláis solo a quien no piensa como vosotros, pero después miráis para otro lado cuando dais vuestro voto a quien con su silencio es cómplice de las humillaciones a que cada día nos someten, cómplices de esta ruina moral en que nos encontramos.

Destruir es muy fácil , lo más difícil es construir y unos y otros sois el Caballo de Atila .

No valdrá lamentarse cuando no vuelva a crecer la hierba


Fdo. Carmen M. Marín García -Donas