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Categoría: Artículos
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Después de haber visto cómo hasta Bob Esponja, Calamardo y el señor Cangrejo han podido inscribirse en la consulta ilegal descafeinada de Cataluña, pero separatista por supuesto, comprenderán que seguir tomándose el asunto en serio cuesta mucho trabajo. Lo hacemos, fundamentalmente, no por este simulacro ridículo, sino porque la cuestión de fondo es la sagrada unidad de España, y sobre esta materia caben pocas bromas. 

 
En estos momentos, lo más grave que podemos constatar es que a falta de solamente una semana para la fecha, los españoles todavía no sabemos si los sediciosos van a sacar las urnas a la calle, como pretenden. El Gobierno del PP, que siempre se refugia en los tribunales para no tomar decisiones que le corresponde tomar como Poder Ejecutivo, nos ha traído hasta esta situación kafkiana por la cobardía, la desidia, la pereza mental y, sobre todo, la falta de patriotismo que siempre lo ha caracterizado como partido. 
 
Porque, hablemos claro: ninguno de los pseudo-argumentos de todo a cien usados por las instituciones españolas son válidos para sustentar la suspensión de una consulta del 9-N. Tampoco lo es el argumento equívoco de que la soberanía nacional reside en el conjunto del pueblo español, por lo demás absolutamente sojuzgado y reducido a la categoría de cuasi-esclavitud por la casta dirigente. Aquí el único argumento válido que debe emplear un Gobierno de una nación como España es que la unidad nacional no la decidimos nosotros ni nadie, que es sagrada, que nos antecede a esta generación y a las venideras, y que por tanto no se puede romper un concepto milenario ni siquiera aunque así lo decidiera la mayoría de los españoles. Mucho menos por las ensoñaciones de un grupete de indocumentados separatistas.

 
Los que mercadean con la unidad nacional son los mismos que mercadean con el resto de cosas importantes de la vida: con la misma vida humana a la que ponen plazos para poder matar a niños en el vientre de sus madres, con la Justicia que prostituyen poniéndola en manos de los partidos corruptos, con la educación y la sanidad que venden al mejor postor, y con la cultura que se ha convertido en la hez de una sociedad a la deriva, sin principios y sin valores. Esos, los que han mandado y los que mandan en España, son los que nos han traído hasta este 2 de noviembre, a siete días de que los enemigos internos de nuestra Patria la pongan contra las cuerdas en un desafío inaceptable.

 
Cuando alguien tan insignificante como Artur Mas es capaz de echar un pulso a todo un Estado, cuando amenaza a su Gobierno, cuando mantiene una convocatoria a todas luces ilegal e ilegítima, y no pasa absolutamente nada, es porque, indudablemente, hemos llegado a un punto de no retorno en el que no existe la autoridad. Un punto en el que se han perdido las referencias más elementales, un punto en el que ya no vale nada y vale todo. Porque nos echamos hace 39 años en los brazos del relativismo, y ahora empezamos a recoger sus frutos. 

 
El Gobierno de Rajoy no es ni más ni menos culpable que los anteriores: lo es exactamente igual. Un partido como el PP que tiene a algunos de sus principales dirigentes imputados o en la cárcel, y que estudia desde hace días cómo contrarrestar la avalancha imparable de Podemos que ya se lo ha comido con patatas en el sondeo del CIS que conoceremos mañana lunes, no tiene fuerza moral para defender a España de su mayor amenaza desde hace décadas. No es que le falten gónadas, no; no es una cuestión de gónadas. Le falta autoridad moral, que es mucho peor. España, hoy, está en manos de sus peores enemigos.
 
Y ¿qué hará el antiguamente noble pueblo español ante la inminente ruptura de la unidad nacional de facto? ¿Se echará a la calle como hace dos siglos cuando el francés vino a invadirnos? ¿O se quedará en casa viendo a Jorge Javier Vázquez y a Belén Esteban?, ¿ustedes qué creen? ¿Realmente estamos los ciudadanos españoles por encima de nuestra clase dirigente? ¿O somos todos unos Franciscos Granados en potencia? Como preguntar no es ofender, mediten ustedes sobre estas cosillas.

 
Y ahora sí, la pregunta de hoy en Sencillamente Radio: ¿creen ustedes que dentro de una semana estarán las urnas en la calle para que los catalanes puedan votar la independencia de Cataluña?
 

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Rafael Nieto es el director del programa de debate “Sencillamente Radio” de Radio Inter de Madrid (programa que se emite todos los domingos de 08:30 a 11:30 horas en esa emisora en el 918 de AM, 93,50 de FM e Internet: http://www.gaceta.es/oir-radio-inter ), y en el que participan habitualmente distintos militantes del Sindicato TNS.