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Una sociedad que desprecia las cosas más importantes, como la defensa de la vida humana, y centra sus prioridades y anhelos en lo más banal, como la tecnología o el ocio, no solamente no tiene ningún futuro, sino que el presente la puede hacer desaparecer sin contemplaciones. Occidente, gracias a una clase política realmente despreciable en términos generales, y a una ciudadanía que es víctima pero también cómplice de sus representantes, sólo merece la pena desde el punto de vista de la esperanza que aún tenemos de que pueda redimirse y cambiar su rumbo 180º.  

 

En España, millones de ciudadanos hacen compatible, sin el menor rubor, la defensa verbal de la vida humana con el voto a partidos que demuestran ser abortistas en la práctica. Personas que se declaran católicas, que dicen conocer la doctrina de la Iglesia en esta materia, pero que, a la vez, apoyan políticas que terminan facilitando el asesinato silencioso de niños no nacidos en el vientre de sus madres, despenalizando esos crímenes en la mayoría de los supuestos. La hipocresía y la mentira carcomen las sociedades que naufragan en un relativismo completamente atroz.

  

En este contexto, el proyecto de reforma de ley del aborto que ha abanderado el actual ministro de Justicia suponía, no desde luego un freno al holocausto vergonzante que viene perpetrando el Estado español desde 1975, sino simplemente un parche a la enloquecida Ley Aído del PSOE y una sutil mejora con respecto a la felipista de 1985, si es que puede hablarse de "mejoras" cuando de lo que estamos hablando es de matar a niños inocentes. No era el proyecto ideal, no era en definitiva un buen proyecto, pero era mejor que lo que teníamos hasta el momento.

  

Ruiz Gallardón se ha empeñado en sacar adelante su ley, casi ya por una razón de prestigio personal; era su proyecto estrella. Es muy probable que supiera, desde el principio, que encontraría la oposición (por acción u omisión) del presidente del Gobierno y, sobre todo, de algunos destacados miembros del PP, que ya se han declarado abiertamente abortistas, y que han bombardeado el proyecto proponiendo, en el colmo del desquiciamiento y del travestismo político, que el actual Gobierno mantuviera la legislación socialista que permite el aborto libre en España. O eso, o estamos quizá, como apuntan muchos, ante un juego de polis malos y buenos en el que, en el fondo, todos opinan igual.

 

Hace justo una semana, el diario El Mundo sacaba la noticia de que la Ley, que ya superó el trámite parlamentario y estaba pendiente sólo de ser aprobada por el Consejo de Ministros, va a ser paralizadasine die. Parece que detrás de esta decisión está el inefable Pedro Arriola, marido de Celia Villalobos, quien considera que la nueva norma quitaría votos al PP; y ya se sabe que, en la sin par democracia que disfrutamos, nada hay más importante que los votos: ni los más sagrados principios, ni los derechos más elementales, tienen nada que hacer ante una perspectiva electoral negativa. Durante la semana, preguntado por el asunto, Gallardón ni desmiente ni confirma el aplazamiento, y tampoco ha dicho nada acerca de los crecientes rumores de que podría presentar su dimisión próximamente.

  

Obsérvese, pues, con un poco de distancia, la cuestión. Llevamos más de un millón de niños asesinados cruelmente, niños a los que no se ha permitido vivir, en las últimas tres décadas en España. El PP, partido que se supone que representa a la mayoría de los los conservadores y cristianos españoles, no sólo no ha hecho una ley contraria al aborto, sino que ante un proyecto ligeramente mejor que las leyes marxistas, lejos de aprobarlo de inmediato, la mete en el congelador y permite que siga imperando el aborto libre en España con una norma que, entre otras cosas, permite a las chicas de 16 años abortar sin siquiera decírselo a sus padres. Ésta es la derecha que tenemos en España y que está gobernando en estos momentos. 

  

Se equivoca Pedro Arriola, por muchos palmeros que le aplaudan y por mucho dinero que gane por mal-asesorar a Rajoy. Se equivocan los que crean que el fin justifica los medios. Se equivocan los que piensen que no habrá castigo para todos los que utilizan su poder para aplastar al que no puede defenderse. Y, por supuesto, se equivoca el PP en este asunto, se vuelve a equivocar y vuelve a demostrar que, si gobierna, es solamente por una razón: porque al otro lado de la orilla, lo único que hay es el abismo. Por eso, y porque hay muy poca gente que haga un verdadero examen de conciencia antes de acudir a una urna.

   

Y hoy preguntamos a los oyentes de Sencillamente Radio: ¿piensa Vd. que va a dimitir Ruiz Gallardón por la retirada o el aplazamiento de la ley del aborto?

 

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 Rafael Nieto es el director del programa de debate “Sencillamente Radio” de Radio Inter de Madrid (programa que se emite todos los domingos de 08:30 a 11:30 horas en esa emisora en el 918 de AM, 93,50 de FM e Internet: http://www.intereconomia.com/oir-radio-inter ), y en el que participan habitualmente distintos militantes del Sindicato TNS.