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 IMPEDIR EL FRAUDE ELECTORAL

 

Después de cada proceso electoral, con su precampaña, su campaña, su camisita y su canesú, y esa guinda que lo corona todo que es el día de las votaciones, la fiesta de la democracia la llaman, fiesta que pagamos todos y que sólo unos pocos (o no tan pocos) disfrutan, llegan los consiguientes rumores de pucherazo.

 

No seré yo quien niegue la posibilidad de pucherazo electoral en un sistema político como éste basado en la mentira constante, de hecho estoy seguro de que se produce en mayor o menor escala (y no sólo en España) es más, tras estas elecciones del 23 de julio hay más que evidencias de que tantas irregularidades conocidas y difundidas no pueden ser casuales e involuntarias,… pero no van por ahí los tiros de esta reflexión que quiero compartir contigo, lector. Dejo a otros que destapen el pucherazo generalizado del que tanto se habla y que sería bienvenida su constatación, no para que ganen unos u otros las elecciones, sino para que quede de forma evidente y manifiesta el fraude total que es este régimen al que pomposamente llaman democracia y en realidad es una auténtica tiranía, quizás la peor de las tiranías, ya que se recubre de un envoltorio democrático, y por lo tanto aquel que critique o se enfrente a esta tiranía le dirán que se está enfrentando a la democracia y, automáticamente, ya se convierte en el malo de la película para el que han prostituido una palabra y la han convertido en insulto, la de fascista..

 

Mi intención es simplemente enumerar algunos de esos otros pucherazos asumidos como normales por todos, incluidos aquellos que claman “¡Pucherazo, Pucherazo!” cuando no ganan los suyos, algunos de esos otros pucherazos, que parecen no importarle a nadie. Y digo simplemente enumerar algunos de esos otros pucherazos porque este texto sería interminable si mencionáramos todos los “pucherazos legales” y más aún si entráramos en profundidad en cada uno de ellos.

 

Pucherazo es, por ejemplo, que desde hace unos años algunas formaciones políticas, las que no han obtenido representación parlamentaria en los comicios anteriores, para presentarse a las elecciones, además de cumplir los mismos requisitos que la ley obliga a todos los partidos y coaliciones, tienen que aportar también decenas de miles de “avales”, en caso de las elecciones generales en concreto un número de avales superior al 0.1% del censo electoral de la provincia en la que se quiere presentar la candidatura, y hacerlo en un plazo mínimo de tiempo. Estos avales son firmas de electores con varios de sus datos personales para avalar la candidatura. Es decir, te dicen que el voto es secreto, pero tú tienes que aportar a la Junta Electoral correspondiente tus datos personales para avalar ciertas candidaturas, a las que luego puedes votar o no, candidaturas además algunas de ellas, calificadas como malditas por el sistema.

 

Pucherazo es, por ejemplo, que en las televisiones y radios públicas haya una proporcionalidad tan absurda como injusta a la hora de repartir los minutos y los horarios de los “espacios electorales gratuitos” de las formaciones concurrentes a las elecciones, de manera que, si tienes más representación en los comicios anteriores tienes muchos más minutos de emisión y mucho mejores horarios de audiencia que los partidos que no tienen representación. Es como si en las ligas de fútbol los equipos que han obtenido más puntos en la competición anterior comenzaran la siguiente temporada con varios puntos de ventaja sobre los demás y, además, pudieran jugar más partidos en casa que los que hubieran obtenido menos puntos en la liga anterior.

 

Pucherazo es, por ejemplo, que en esas mismas televisiones y radios públicas haya una obligada por ley proporcionalidad también a la hora de mencionar los actos de campaña llevados a cabo por los partidos políticos dependiendo de sus resultados anteriores, o lo que es lo mismo, cuanto más conocido eres porque ya hablan de ti todos los días en los informativos de esas TVs y radios públicas, más minutos te regalan por ley, cuando hay elecciones, en esas cadenas que pagamos todos, incluidos los posibles votantes de los partidos de los que no se habla, también por ley, en esos mismos informativos.

 

Pucherazo es, por ejemplo, que por ley en las farolas de las ciudades aparezcan bien visibles colgadas las imágenes de políticos (ojo, se cuelgan los carteles, no los políticos) dependiendo también de los resultados anteriores obtenidos, vamos, que aparte de verles, por ley, a todas horas en minutos de publicidad institucional “gratuita” en las TVS y radios que tú pagas con tus impuestos, y  verles, por ley, en los informativos sobre las elecciones de las TVs y radios que tú pagas con tus impuestos, sales a la calle y también te los encuentras colgados (ojo a ellos no, que eso quizás tendría sus adeptos) de las farolas que tu mantienes con tus impuestos.

 

Pucherazo es, por ejemplo, que en los debates en las televisiones públicas, y algunas privadas, sólo participen los líderes de los partidos políticos que han tenido representación en las anteriores elecciones (y no todos), por cierto, políticos que cobran de tu dinero vía presupuestos generales del estado, incluidos los dineros de los que no les votamos.

 

Pucherazo es, por ejemplo, que en las televisiones privadas no pueda haber publicidad pagada de ningún partido político, pero que en la información que se da en ellas sobre las elecciones, sólo aparezcan (salvo casos muy excepcionales) los partidos de siempre, con más o menos halagos o críticas dependiendo de la línea editorial de esas emisoras que presumen de objetividad, y que a otras formaciones políticas, como las falangistas, las castigan con el silencio o la calumnia (cuando ya no pueden silenciarlas), y sólo las mencionan cuando no queda más remedio que hablar de ellas por algo llamativo que hayan hecho en su campaña (en este caso el incluir el Cara al Sol en las cuñas electorales, emisión de cuñas que tuvieron secuestradas y quisieron prohibir, o en la publicidad con la imagen de José Antonio en un par de autobuses de Madrid, publicidad pagada que también tuvieron secuestrada y quisieron prohibir), silencio o calumnia en la que coinciden cadenas públicas y privadas.

 

 Pucherazo es, por ejemplo, que en medios privados o públicos haya publicidad institucional en las precampañas electorales y a veces en plena campaña también, pagada con nuestros impuestos, de gobiernos municipales, autonómicos, o estatales que los conforman, que casualidad, los partidos políticos que días después se presentarán a las elecciones y tendrán los privilegios citados anteriormente.

 

Pucherazo es, por ejemplo, que esos partidos políticos con representación parlamentaria se presenten a las elecciones y lleven a cabo campañas millonarias pagadas, parcial o totalmente, con el dinero de tu bolsillo gracias a los muchos millones de euros que reciben vía presupuestaria por dos conceptos, por un lado, una cantidad por cada diputado obtenido, y, por otro lado, por el número de votos obtenidos si han conseguido representación parlamentaria.

 

Pucherazo es, por ejemplo, que se puedan presentar a las elecciones partidos políticos con miembros destacados de esos partidos condenados por corrupción, corrupción generada, en muchos casos, gracias a los cargos políticos conseguidos, precisamente, en comicios electorales anteriores.

 

Pucherazo es, por ejemplo, que se puedan presentar a las elecciones partidos políticos que basen su participación política y tengan como uno de sus principales objetivos, cuando no el principal, el destruir la nación a la que pertenecen y en cuyas instituciones están representados y protegidos, incluso algunos de ellos después de haber dado un golpe de estado separatista para romper esa nación cuyas instituciones, todas las instituciones, desde la Corona hacia abajo, les mantiene y concede todo lo que piden desde hace décadas.

 

Pucherazo es, por ejemplo, que se puedan presentar a las elecciones partidos políticos abiertamente defensores de terroristas (eso cuando no van esos terroristas directamente en sus listas) que han causado decenas de miles de víctimas entre asesinados y heridos entre los españoles, terroristas que han hecho que se exilien dentro de su Patria a otras zonas de España para poder sobrevivir, otras decenas de miles de españoles, crímenes terroristas cometidos, además, para destruir la nación española cuyas instituciones, todas las instituciones, desde la Corona hacia abajo, les mantiene y concede todo lo que piden desde hace décadas.

 

Pucherazo es, por ejemplo, que se les haya regalado la nacionalidad, y por lo tanto el derecho a voto, a millones de inmigrantes, la inmensa mayoría de ellos llegados a España de manera ilegal, y que tras permanecer en España varios años de manera también ilegal, se les ha premiado por su contumaz ilegalidad, primero, con el permiso de residencia y, posteriormente, la nacionalidad. Y, obviamente, estos no españoles convertidos en españoles por el sistema votarán, con toda probabilidad, a aquellos que les han permitido entrar ilegalmente en España, quedarse ilegalmente y aparte de darles un DNI español, les conceden subvenciones, ayudas y ventajas sin límites que, por otra parte, le son negados a los españoles de verdad.

 

Pucherazo es, por ejemplo, que algunas formaciones políticas, como las falangistas, no puedan hacer campaña electoral sin jugarse la vida en algunas regiones de la nación española, entre otras cosas por defender la existencia de esa nación española en esas regiones, o que sus candidatos a veces tengan que vivir fuera de esas regiones para no ser perseguidos y atacados por formar parte de esas candidaturas, o que sus simpatizantes y posibles votantes no puedan acudir a sus actos electorales sin temor a ser atacados y señalados, o señalados y atacados, o que el día de las elecciones se produzcan innumerables incidentes contra esas candidaturas dentro de los colegios electorales, como la desaparición de papeletas en las mesas correspondientes, amenazas a ciertos votantes, irregularidades en el recuento… y ¡ay de quien las denuncie!.

 

Es evidente que hay más, muchos más, ejemplos de pucherazos (sin contar las listas cerradas y bloqueadas, el cachondeo del voto por correo, la destrucción de las papeletas, la “paridad de género” en las listas, los repartos de escaños dependiendo de las provincias, la ley D'Hondt, los pactos postelectorales, etc.) que parecen no importarles a nadie, ni siquiera a los que claman en los días posteriores a las elecciones culpando de pucherazo a los de enfrente, sólo cuando pierden los suyos, y que se olvidan de él cuando ganan,... pucherazos legales que genera y/o tolera el sistema y que casi nadie cuestiona, y que se producen desde hace décadas gracias a la tiranía democrática española que padecemos.

 

Este y no otro, y sólo hemos hablado de materia electoral, es el llamado estado de Derecho, que en realidad es de Deshecho, que dice que todos somos iguales ante la ley, aunque algunos mucho más iguales que otros.

 

España vive en un Pucherazo constante, creciente y total, y lo seguiremos padeciendo mientras nos quedemos en lo superficial y no vayamos a la raíz, que es acabar con su causante, el régimen del 78.

  

Jesús Muñoz

 

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